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DANZA

El objetivo y la causa

La gala del teatro Albéniz ha sido concebida con objetividad, realista, con piezas para todos los gustos. Una noche variada donde hubo estrellas internacionales y madrileñas, gente que trabaja en esta ciudad y lo hace bien. Ésta es la parte más encomiable de esa larga sesión de danza, el no ser un invento hipotético y peligroso de intentar reunir gratuitamente y sin concierto nombres de famosos.María Luisa Ramos y Ricardo Franco hicieron un buen ejercicio de Muñecos, aunque siguen con un vestuario equivocado. Después, Antonia Andreu tuvo que luchar contra los elementos y sacar adelante su solo Sé rápido, sé limpio, sé barato. Una especie de bayadera palmípeda que se manifiesta en equilibrios. Los alemanes Jorg Lucas y Steffi Scherzer demostraron tener una excelente escuela, son correctos y seguros transmitiendo, en sus dos intervenciones, un tipo de ballet sereno sin ser frío.

Gala de estrellas

Semana de la Danza. Teatro Albéniz. Madrid, 22 y 23 de mayo.

John King y Julia Olmedo representaron Carmen usando la suite de Rodion Schedrin. La pieza sigue siendo larga hasta el agotamiento, excesiva para una gala, a pesar de que los intérpretes han interiorizado sus papeles en una coreografía que no brilla por su originalidad.

Entonces hubo una explosión: Ann Marie d'Angelo. Ella lo puede aún todo, y su vía de trabajo es novedosa. Llevaba zapatillas psicodélicas, y en la segunda parte hizo un irónico y gracioso pas de trois donde hay desde break dance hasta una evocación de Pavlova, todo hecho a gran altura, con muy buen gusto.

Arantxa Argüelles y Antonio Castilla son seguros donde se pongan. Cerraron la primera parte con ese Balanchine que ambos conocen muy bien, y apenas tuvieron un pequeño desfase en el adagio. Después se superaron a sí mismos en El cisne negro. Él, aportando virtuosismo, y ella, siendo ya un cisne negro potente.

El trío, que fue cuarteto, con que Andreu abrió la segunda parte era lo único de danza verdaderamente de vanguardia de la noche, y sirvió para un descubrimiento: Chaume, un diseñador todo imaginación. Sus trajes fueron los mejores de la gala, y él mismo salía a escena con orejas de sátiro y capa galáctica.

Carmen Molina y Ricardo Franco ofrecieron la versión descafeinada o light (o ambas cosas) que ha hecho Ray Barra del clásico paso a dos final de Cascanueces. Luego bailaron Carmen Senra y Aiton Tenorio una creación de este último: Cuerpo-espíritu. Carmen fue la más aplaudida de la noche junto a Argüelles y D'Angelo. Ella volvía a bailar después de mucho tiempo, y sus facultades están intactas, trayendo a escena ese estilo de baile muy inmediato, casi sentimental. Fueron dos noches de gran disfrute, con calidad y generosa recepción del público. Que se repita. Falta hace.

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