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Se publica en Italia una nueva y desmitificadora biografía de Fellini

Juan Arias

El crítico cinematográfico Tullio Kezich, que lleva una vida siguiendo a Federico Fellini y que ya en 1964 había entrevistado al famoso artista de Rímini sobre sus relaciones con el mundo mágico y el psicoanálisis, ha escrito una biografia que desmiente algunos de los mitos de la vida del director de cine. El libro que acaba de salir a la venta, publicado Por la editorial Camunia, está causando ya polémica en Italia. Fellini ha desaconsejado esta biografía. "De mi vida verdadera no recuerdo nada, y con dificultad recuerdo incluso la vida que yo me he inventado", dice.

La obra de Tullio Kezich está creando polémica aun antes de salir a la luz, porque para quienes habían hecho un dogma de fe sobre ciertos rasgos autobiográficos del divino Fellini esta biografía les parece una desacralización del cineasta y poeta.Ahora resulta que no es verdad que Fellini hubiera sido un estudiante desganado. Al revés, era un niño buenísimo que rendía como la media, sin que nada despertase sospechas sobre su futura genialidad. Tampoco fue cierto que aún muy joven se había escapado de casa para seguir embelesado un circo ecuestre ni que estuviese interno en el terrible colegio que describe en Ocho y medio. Se trataba de su hermano Riccardo.

Otro de los mitos que se caen con esta biografía es que Fellini había llegado jovencísimo a Roma, de la provincia, sin una lira, y que hizo la vida bohemia sin conocer a nadie. Nada de eso. Vino con toda . su familia, en un camión con muebles y todo, y en Roma tenía amistades influyentes que lo introdujeron en los ambientes que contaban.

Y eso que libros sobre el famoso director de cine italiano existen una infinidad. En Estados Unidos hay hasta un volumen solo de títulos de obras escritas sobre el autor de Las noches de Cabina.

Falsedad

Fellini ha leído el borrador de esta nueva biografía suya y la desaconsejó. El autor no quería al principio hablarle al artista de su obra, porque la primera leyenda sobre el monstruo sagrado del cine italiano es que es un seguidor del culto a la mentira. Pero Fellini, con soma, le dijo a su nuevo biógrafo: "Acuérdate que también los demás mienten cuando cuentan mis cosas". Y después, ya no se enfadó más. Le parece normal que ahora se diga que no es cierto lo que de él se había afirmado ayer como dogma de fe.En realidad, hace sólo unos meses había sorprendido ya a la opinión pública afirmando en una entrevista que "renegaba de todas las entrevistas que había hecho en su vida, porque todo lo que había dicho era falso". Y es que Fellini explica que en verdad no es que él mienta; lo que ocurre es que toda su vida es una invención. Ha inventado, dice, sus películas y también su propia historia. "Claro", añade, "que no tenía nada que inventar, porque yo no tengo historia. Yo no he hecho más que trabajar 12 horas al día durante toda mi vida. No he tenido tiempo para hacerme una historia; por eso todo lo que de mí dicen, todo lo que yo mismo he dicho, es una invención".

Recientemente, comentando esta peculiaridad suya con Lietta Tornabuoni, de La Stampa, dijo. "En mí todo es inventado, hasta Amarcord, que muchos piensan que es mi autobiografía: nunca tuve un tío loco, nunca tuve parientes perseguidos por los fascistas. De mi vida verdadera no recuerdo nada, y con dificultad recuerdo incluso la vida que yo me he inventado". Y añade con su proverbial genialidad siempre negada: "He vivido tan distraídamente que me parece muy justo lo que Fernando Pessoa escribe en El libro del desasosiego, al describir a un personaje cuya vida le pasa delante mientras él no está, absorto como vive por la nostalgia de lugares donde no querría estar y por personas que no querría conocer". Y acaba diciendo: "Así, he leído el libro de Tullio Kezich con verdadera gratitud y con curiosidad, yendo a la busca de mí mismo".

Y lo curioso es que estas cosas, esta actitud de sagrada distracción, esta dimensión mágica y vaga de su existencia, suspendida siempre entre la realidad y la ficción, no son una invención publicitaria. Las vive como realidad cruda y desnuda. Fellini, en Italia, es más que un director de cine: es como un monumento nacional. Por eso una biografía suya, verdadera o inventada, es siempre un acontecinúento, porque de lo que él llama no historia todos saben o quieren, creer que es al revés, un mundo poblado de misterios que cada uno desería penetrar. Y cuanto más afirma que él todo lo inventa, más ganas dan a todos y cada uno de conocer lo que está detrás o debajo o por encima de la ficción y de bucear en lo que ha podido haber engendrado y alimentado una de las imaginaciones más vivas y torrenciales de nuestro siglo.

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