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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Por la paz

LA VISITA del presidente de Costa Rica, Oscar Arias, a Madrid tiende a obtener el respaldo de España, y luego de Europa, al plan de paz para Centroamérica que lleva su nombre. Ese plan surgió en febrero, de este año; expresaba un desacuerdo solapado de ciertos países centroamericanos ante actitudes del Grupo de Contadora. No cabe duda de que EE UU estimuló la iniciativa de Costa Rica, cuya meta era, en su primera versión, marginar a Nicaragua de las negociaciones de paz si no aceptaba, en un plazo de 15 días, un proyecto elaborado por los presidentes de Costa Rica, Guatemala, Honduras y El Salvador. Ello contradecía la filosofia básica del proceso de Contadora. Pero el carácter del plan Arias se modificó por presión de Guatemala. Daniel Ortega fue invitado a discutir el plan, en igualdad con los otros presidentes, en una reunión en Esquipulas el próximo 25 de junio.A pesar de esa invitación a posteriori, Nicaragua ha tenido la inteligencia de aceptar. Es más: en su reciente declaración a un enviado especial de EL PAIS, Ortega considera "constructiva" dicha propuesta y dice que "debemos discutirla y buscar puntos de aproximación". El plan Arias resume en lo esencial las propuestas de Contadora, con una mayor precisión en cuanto a los plazos de cumplinúento de las diversas etapas. La diferencia esencial estriba en la prioridad que se otorga a la democratización interna de los países -sin duda pensando en Nicaragua- en relación con el cese de las ayudas externas a los grupos armados y a las otras medidas de pacificación militar.

Aunque los proyectos de paz no lo mencionen de modo explícito, no se puede prescindir de lo que constituye el factor decisivo de la situación de Centroamérica: la política de EE UU, y más concretamente, la voluntad de Reagan de seguir apoyando a la contra como "única alternativa" al régimen sandinista mientras éste "no acceda a las aspiraciones democráticas del pueblo nicaragúense". Hoy, la posición de Reagan está muy quebrantada, tanto por las investigaciones del Congreso como por la propia división interna de la contra. Ésta se infiltra con golpes de mano, causa muertes y crea un clima de inseguridad en zonas del Norte, pero no es una fuerza militar seria. Y menos una alternativa al sandinismo. En esa alternativa hoy no cree nadie, lo que obliga al Partido Demócrata y a sectores republicanos en EE UU, y a los Gobiernos centroamericanos, a pensar en otra política.

Esta coyuntura acrecienta el interés en torno al plan Arias, que puede ayudar a perfilar comicidencias entre Gobiernos y sectores con objetivos dispares. En concreto, un acuerdo de los cinco países centroamericanos que reconozca al Gobierno sandinista un papel, semejante al de los otros, que no le coloque ante exigencias discriminatorias y que a la vez se pronuncie contra las injerencias externas en los asuntos internos de los países sería directamente contrario a la política de la actual Administración norteamericana. A tal acuerdo contribuiría una mayor flexibilidad del Gobierno sandinista, que se ha percibido últimamente.

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En la actualidad, la coincidencia entre el plan de Contadora y el plan Arias es profunda. Éste puede relanzar la iniciativa con los mismos objetivos de paz, no injerencia, reconciliación y democracia que han inspirado toda la trayectoria de Contadora, y, por supuesto, el papel del Grupo de Contadora y del Grupo de Apoyo sigue siendo esencial. Con oportunidad y acierto, España ha expresado su simpatía y apoyo al plan de óscar Arias durante la visita de éste a Madrid, reiterando a la vez su respaldo decidido al Grupo de Contadora. Esta posición de España contribuirá sin duda a que otros países europeos adopten actitudes positivas sobre el plan Arias..

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