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El filósofo Sánchez Vázquez, doctor 'honoris causa' de la universidad de Cádiz

El investigador de la cultura marxista reside en México desde la guerra civil

El primer reconocimiento público de la Universidad española de la obra del filósofo Adolfo Sánchez Vázquez (Algeciras, 1915), profesor en la facultad de Filosofía y Letras de la universidad nacional Autónoma de México, ciudad donde reside desde la guerra civil, se celebrará el viernes con la entrega del título de doctor honoris causa de la universidad de Cádiz. Autor de 14 libros, su actividad docente e investigadora se ha centrado en el pensamiento marxista y en cuestiones relacionadas con la ética y la estética.

A partir de hoy y durante tres días se va a celebrar en Cádiz un ciclo de conferencias en tornó a la obra de Adolfo Sánchez Vázquez, con la participación de Valeriano Bozal, Ramón Vargas Machuca, Ludolfo Paramio, José María García y Gabriel Vargas Lozano. El propio Sánchez Vázquez cerrará las intervenciones con una exposición sobre Marxismo y socialismo, vicisitudes y problemas.En la memoria que justifica la concesión del título de doctor honoris causa por la universidad de Cádiz, en cuya provincia nació Adolfo Sánchez Vázquez, se indica que "la institución universitaria, la sociedad española y Andalucía recuperan y restituyen de un modo simbólico la memoria y el patrimonio intelectual de uno de los filósofos del exilio, cuya contribución a la recomposición de una determinada tradición doctrinal y a la revisión de las teorías estéticas no sólo ha creado una encomiable escuela, sino que puede considerarse universalmente señera en el panorama del pensamiento contemporáneo de habla hispana".

Adolfo Sánchez Vázquez declaró a su llegada a Madrid que el nombramiento era "un motivo de orgullo y satisfacción". En los últimos años ha podido restablecer vínculos con la Universidad, sobre todo con la Autónoma de Madrid y la de Málaga, a través de una generación de colegas distinta a la suya, como Javier Muguerza, José Luis Abellán, José Jiménez y los participantes en el ciclo de conferencias que hoy empieza en Cádiz.

Exilio sin fin

Sánchez Vázquez, de 71 años, nació en Algeciras, pero a una edad temprana su familia se traslada a Málaga, donde realiza el bachillerato y estudios de magisterio (1932-1934), para continuar en la facultad de Filosofía de la universidad Central de Madrid (1935-1936). Sus comienzos fueron literarios, en tertulias donde conoce a Alberti, Miguel Hernández y Neruda, y de compronuso político, en las Juventudes Comunistas. La guerra civil provoca su exilio en México, junto a una amplia lista de intelectuales como Xirau, Gaos, Rejano, Bergamín, García Bacca y Garfias.Ha dedicado un reciente trabajo a analizar la mentalidad del exiliado cuando objetivamente deja de serlo. "El exilio se cancela cuando se puede volver. No creo en el exilio voluntario. El exilio nunca tiene fin, nunca se acaba de romper esa dualidad de afectos y nostalgias de vivir en México con el pensamiento en España. Tengo un cierto compronuso con las nuevas generaciones y un compromiso moral con España desde el momento que salimos. La decisión no es dónde se está, sino cómo se está".

De su obra destaca los libros Las ideas estéticas de Marx (1965), Filosofia de la praxis (1967), Ética (1969) y la antología Estética y marxismo (1970), así como las recientes recopilaciones de ensayos marxistas. En la actualidad prepara una Teoría de la expresión estética, que tendrá un segundo volumen dedicado a la Teoría del trabajo artístico. Partidario de un marxismo vivo y antidogmático, que aplica a la filosofía política y al campo de la estética, considera la filosofía de la praxis como su mayor aportación investigadora. Cree, que en España ha habido un cierto reflujo del marxismo. "La filosofía puede contribuir a la transformación del mundo, dando conciencia de la necesidad de esta transformación, de la necesidad de la praxis. Durante toda mi vida he mantenido este convencimiento de la necesidad de transformar el mundo".

En el terreno de la estética opina que la mercantilización del arte, que impone los gustos y valores artísticos, tiene unas consecuencias negativas para el proceso creador.

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