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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Las nubes del frenopático

ENVIADO ESPECIALLa primera escena es azul. Una muerte cuaresmal y barroca atraviesa la escena con la guadaña en equilibrio sobre un dedo. Cae el telón y el escenario se vuelve inmaculado, con la desolada asepsia del hospital.

Está claro: ella estuvo en la muerte y regresó (o la hicieron regresar). La luz de cuarzo blanca completa. ese vacío. Es una cámara sin ideas, un universo convulsionado por el choque terapéutico.

Comienza el limbo: Susan.ne Linke es una valiosa heredera del esplendor expresionista. En él milita, y de tan libre que es se reconvierte en un producto atado y bien atado al canon wigmaniano. Hay tanta veracidad en su propuesta que el resultado, junto a la seriedad de toda la producción, es convincente y de gran altura.

Susanne Linke

Schritte verfolgen (1985). Coreografía, Susanne Linke. Teatro Calderón, Valladolid, 9 de mayo.

Una eficaz banda sonora es la vida misma. Hay en ella trenes, ruidos, preludios, interferencias, violines y susurros. La bailarina va nadando en un aire espeso, se descalza y los recuerdos comienzan a llover de entre el cielo de las bambalinas, cayendo implacablemente en forma de plumón, tan oportunamente como lo hiciera Jean Vigo en Cero en conducta, como una poética provocación delrecuerdo.

No es un divertimento

Susanne rueda sobre la escena; sus piernas, sólidas pero temblorosas como antiguas columnas castigadas, se repliegan en posturas que niegan la expansión. El plumón sigue cayendo y una cafetera de loza (el objeto en estado puro) atraviesa la escena por el aire.La Linke no es un divertimento. Ella está mucho más cerca del ensayo que de la creación propiamente dicha. La teoría de que las adherencias de una pararrealidad opresiva e ineludible le van empañando espejos y salidas está demasiado patente como para quedar en el plano referencial.

Es la densidad de una introspección clínica que el pincel de Munch haría ojera y el de Gross verruga. Son heridas (tan reales como las de la carne) dejando escapar un fluido descompuesto que usa como cauce los surcos cerebrales y llega hasta los ojos, no para salir como lágrimas, sino para anegar la mirada.

La fuerza de gravedad es el filo damocliano y los párpados ceden, los brazos descienden con un rictus abismal. Muchas veces el suelo no está bajo los pies. Yeats decía que un viejo era algo despreciable, el manojo de un abrigo sobre un bastón. Frente a Susanne Linke todos quedamos desnudos bajo el abrigo y, para colmo, alguien se llevó el bastón.

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