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Los dos bilbaínos a los que se atribuyen los 843 millones de la 'loto' niegan ser los afortunados

Los dos propietarios de un restaurante italiano de Bilbao, a los que se atribuye la propiedad del boleto de la lotería primitiva premiado la semana pasada con 843 millones de pesetas, según publicó ayer Diario 16, han negado de forma tajante ser los afortunados. José Antonio Ipiña y José Miguel García desmienten también las noticias según las cuales se encontraban en paradero desconocido. "Anoche me telefonearon de un diario local y me localizaron a la primera, trabajando en la cocina del restaurante dice el segundo.

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Los dos socios, acompañados de sus respectivas esposas, pasaron toda la mañana de ayer en la planta baja del Pasarella, el restaurante de su propiedad, situado en una galería comercial de la Alameda de Urquijo, a menos de 30 metros del despacho de apuestas mutuas donde fue sellado el boleto premiado. Ipiña va recibiendo a los informadores con gesto aburrido. "Ya sabemos a qué venís", dice, "pasad al despacho". Y señala la mesa, cubierta de periódicos, donde están con el rostro malhumorado García y las dos mujeres."No nos ha tocado ese dinero", aseguran. "La noticia es falsa, es un bulo que empezó a circular el sábado y que ha ido difundiendo por ahí un vendedor de lotería famoso por las invenciones que divulga para atraer la atención de los clientes", argumentan a coro.

"Lo que me parece intolerable", se indigna García, "es que se haya publicado que estábamos en paradero desconocido, cuando no hemos dejado de trabajar. Yo he hablado dos veces con los periodistas que publicaron la noticia y no comprendo cómo pueden decir que desconocen mi paradero". El autor de la información, Gerardo F. Llana, negó ayer haber mantenido ninguna conversación con alguno de los dos socios y aseguró que cuando preguntó por ellos en el restaurante le contestaron que estaban ausentes.

"Estamos viviendo un calvario", tercia Ipifia, hijo de un antiguo futbolista del Atléthic y hermano de un cantante del grupo Mocedades. "Aquí ha venido hasta un periodista pidiendo el puesto de traba o del camarero al que se supone que le ha tocado, con nosotros, parte del premio".

La esposa de Ipiña protesta, también, "porque no hay derecho a molestar a nuestra hija en la puerta del colegio para preguntarle por qué están sus padres en Ibiza, cuando no nos hemos movido de Bilbao. Hasta discusiones familiares estamos teniendo", añade, "porque llega un momento en que de tanto oírlo terminas preguntándote tú misma si no será verdad y si no habremos tirado el boleto".

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No todo son lamentaciones, y los propietarios del Pasarella, que anteayer celebró su séptimo aniversario, admiten que desde el sábado ha aumentado la clientela. "Vienen a comer muchísimos empleados de bancos y cajas de ahorro que observan todo con detalle, pero hasta ahora no nos han propuesto ninguna inversión. Y luego viene la gente del morbo, los curiosos que quieren verle la cara a un rico".

"Estamos muy molestos, ésta es una situación difícil porque todo el mundo cree que tenemos el dinero escondido", lamentan. "Pedimos desde aquí que el patronato de apuestas lo desmienta oficialmente. Si no puede decir quién es el premiado, que diga al menos que no somos nosotros".

En la acera de enfrente, el administrador del despacho de apuestas, José María García, desmiente que los afortunados sean sus vecinos de Pasarella. "Ninguno de sus apellidos es el que aparece en el boleto y no fueron ellos quienes lo sellaron", dice. Y sigue sellando boletos a ritmo más rápido que el habitual porque, reconoce, a él también le ha beneficiado el premio y ha aumentado la afluencia de apostantes.

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