Muchos austriacos piensan que Waldheim debe dimitir
La dimisión de Kurt Waldheim como presidente de la República de Austria es la única forma de evitar males mayores de los ya causados al país. Esta opinión, que tras las elecciones presidenciales sólo expresaban los grupos intelectuales militantes en la oposición a Waldheim, comienza a ser compartida por amplios sectores de la población.
La tímida reacción del ex secretario general de las Naciones Unidas a los ataques de la Prensa internacional por su supuesta implicación en crímenes de guerra durante la ocupación nazi de los Balcanes, y a la decisión nortean de incluirlo en la lista de personas con prohibición de entrada en Estados Unidos, ha fortalecido a los partidarios de que Waldheim dimita "por patriotismo" y evite así el aislamiento internacional que amenaza a Austria durante el lustro que le resta en su mandato.
Waldheim había anunciado ya hace más de un año que se querellaría contra los responsables de las calumnias contra su persona. No obstante, no lo hizo, en la vana esperanza, al parecer, de que tras su elección decaería la polémica en torno a su persona. Ahora, sin embargo, lo fundamental ya no es el prestigio del presidente, definitivamente resquebrajado más por el secretismo y la falta de sinceridad de que hizo gala al ir saliendo a la luz pública su pasado oculto, que por su supuesta implicación en crímenes nunca demostrada.
La presidencia de Waldheim se ha convertido en un lastre insoportable para este pequeño país con catastróficos efectos para sus relaciones internacionales y consecuencias desestabilizadoras para su política interior. "Waldheim no puede cumplir mandato constitucional de actuar en conciencia por el bien del país. Por este bien lo único que puede hacer es dimitir y no mantener a todo el país como rehén de su pasado", señala el semanario Die ganze Wocke.
Según se supo ayer, Waldheim ha solicitado ya al Gobierno que elija a los miembros de una comisión de historiadores para investigar sus años de servicio militar en el Ejército alemán demostrar así su inocencia. Por otra parte, tanto el canciller federal, Franz Vranitzky, como el ministro de Asuntos Exteriores, Alois Mock, tienen ya en su poder el libro blanco elaborado por el propio Waldheim, en el que intenta refutar las acusaciones detalla pormenores de su estancia en Yugoslavia, Albania, Grecia en los tres últimos años de la guerra.
Waldheim, siguiendo los consejos de numerosos políticos austriacos, presentó ayer una querella por difamación contra el presidente del Congreso Judío Mundial Judío (CJM), Edgar Bronfman, por acusarle de participar "en el mecanismo asesino nazi".
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