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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Salvajada en Portugalete

LA CONMEMORACIÓN del 50º aniversario de uno de los episodios más dramáticos y sangrientos de la historia contemporánea española, el bombardeo de Gernika, se ha visto marcado con un nuevo monumento a la barbarie en Portugalete. Un grupo de desalmados, armados con cócteles molotov, atentaron contra la Casa del Pueblo del PSOE de la localidad y ocasionaron cinco heridos, dos de ellos de suma gravedad. La escena se produjo después de las diez de la noche del sábado. Horas más tarde, la villa foral cuya tragedia pintó Picasso, recibía el homenaje multitudinario de ciudadanos convencidos de que el horror que se cierne sobre los pueblos es el primer atentado contra la libertad y contra la vida. La paradoja es que entre esos ciudadanos armados de la memoria que nos opone a toda dictadura habrá habido algunos que no parecen situarse frente al atentado de Portugalete con la misma rabia que contra la salvajada de Gernika.Poseídos por la rabia que produce ver arrasada la propia casa, responsables del PSOE, como el secretario general de los socialistas en Vizcaya, Ricardo García Damborenea, y el propio secretario general del mismo partido en Euskadi, José María Benegas, han acusado sin ambages a Herri Batasuna, como causante del atentado de Portugalete. Es muy grave la imputación, porque va armada de una propuesta muy firme: la de la legalización definitiva de la coalición abertzale vasca. Es muy probable que HB y ETA vayan de la mano en casi toda su actividad pública, subterránea o conocida. Hasta el momento se ha esperado desde las instancias más diversas, incluida la gubernamental, a que sea la propia organización terrorista vasca la que se adjudique sus atentados. No es habitual que su compañera de viaje ideológico haga suyos esos desmanes, porque en este caso la calidad de la división del trabajo está dramáticamente clara. Por eso resulta llamativo en ese panorama que un partido de tanta responsabilidad en Euskadi y en todo el Estado español, adjudique la autoría de un atentado tan brutal a una organización política que ha recibido de modo reiterado -en septiembre de 1984 y en junio de 1986, concretamente los beneplácitos legales de la Justicia española, a la que se había requerido desde estamentos diversos la legalización de sus actividades públicas.

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La actitud del PSOE frente a HB es, evidentemente, la consecuencia de una reacción visceral, a la que no le faltan muchos elementos de razón, porque se supone que los responsables socialistas de Euskadi deben disponer de alguna información que los titula para hacer imputaciones de tal gravedad. En todo caso, en un momento como el actual, ante la convocatoria de unas elecciones que en el ámbito vasco sólo tendrán carácter municipal, ni siquiera la rabia puede servir de argumento para descalificar la presencia política de una coalición enemiga.

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No es el primer atentado en Portugalete contra esta sede del PSOE. Hace un año, esa misma sede fue asaltada e incendiada en dos ocasiones por desalmados igualmente desconocidos. Tampoco es la primera vez que se producen atentados contra sedes políticas o sindicales en Euskadi, tuteladas tanto por socialistas como por otros colectivos políticos, incluida la propia coalición abertzale. Pedir ahora una mayor represión, en exabruptos políticos como los que se han producido tras el atentado del pasado sábado en Portugalete no es sino la consecuencia de una reflexión honda sobre lo que pasa en Euskadi. En ese sentido, reclamar, de nuevo, la legalización de HB se corresponde con una voluntad de llevar otra vez a la coalición abertzale a un gueto que en vez de ser un lugar de aislamiento puede convertirse en un santuario.

Pero todos estos razonamientos han de ser admitidos por las exigencias de la lógica para lograr una convivencia pública en el País Vasco, carente de salvajismo y asesinatos. Por eso mismo Herri Batasuna debiera manifestar su repulsa y condena del atentado de la Casa del Pueblo, sin las groseras justificaciones con que lo ha hecho su comité local de Portugalete. Ése sería un testimonio político solvente de que esta organización no ha tenido nada que ver en estos actos de asesino bandolerismo. En caso contrario, será muy dificil impedir la sospecha y las acusaciones de muchos que la coalición abertzale aprovecha las rendijas de la libertad para colaborar a la siembra de la muerte y el terror.

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