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La primera barrendera de Madrid

Carmen Cabrera ejerce su nuevo empleo en Colmenar Viejo

Carmen Cabrera Castillo, primera mujer que accedió a un puesto de barrendera en la Comu nidad de Madrid, el pasado 17 de marzo, en Colmenar Viejo, tardó una hora y media en decidir, después de haber conseguido el empleo, si salía o no a la calle. "Mis compafieros me comieron el coco, porque decían que si no me daba vergüenza salir a la calle a barrer siendo mujer", comenta. Después de meditarlo, mucho, Carmen se decidió y ahora, está contenta de haberlo conseguido.

Carmen es una sevillana de 41 años, que lleva 14 viviendo y cuidando la famosa plaza de toros de Colmenar Viejo (población en donde existe gran afición taurina). Está casada con un madrileño con el que ha tenido cinco hijos, el mayor tiene ahora 21 años y el menor cinco.Aunque su hija mayor está casada con un policía, Carmen, tiene que mantener a su marido, que se encuentra en el paro y sin prórroga de empleo, lo mismo que el mayor de los chicos, que además sufre dolencias en la espalda, y a los tres pequeños. Estaría dispuesta a trabajar en cualquier cosa, menos de fregona. "De eso, no especifica Carmen. Antes había sido empleada de hogar y limpiaba colegios.

Comenta que no se siente discriminada entre el personal de la brigada de obras del Ayuntamiento de Colmenar Viejo, compuesta, a excepción, de ella, sólo por hombres, pero reconoce que sus compañeros se quejaban al principio.

Mono y visera

En el pueblo ha causado sorpresa ver a una mujer portando una escoba ancha de púas, un recogedor, una escoba pequeña y arrastrando un carro de basura. En estos momentos Carmen realiza su labor con, vestimenta de su propiedad, pero en el Ayuntamiento, le van a hacer una bata o un mono. Carmen se plantea qué indumentaria sería la correcta para una mujer que realiza este trabajo. Cree que se decidirá por el atuendo clásico del barrendero: mono de color, botas altas de goma y gorro de visera.Aunque algunas personas dicen que lo hace mejor que "ellos", Carmen no ve la diferencia. Añade que, durante los primeros días, no todos los vecinos la miraban con buenos ojos. En una ocasión una señora del pueblo le comentó que prefería pedir limosna antesque realizar un trabajo de ese tipo y otras opinaban que era una labor sólo para hombres.

Carmen era la única, entre 40 solicitantes, que optaba por el puesto; lo hizo para que la mujer saliera a trabajar. "Cualquier día, si es necesario, buscaré trabajo en una obra", añadió la nueva empleada de la brigada de obras.

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