Descontento primaveral

El presidente del Gobierno español, el socialista Felipe González, que fue reelegido hace un año con una aplastante mayoría parlamentaria, se enfrenta a las peores protestas callejeras de los últimos años con una notable serenidad. La semana pasada declaró que "no estaba especialmente abrumado" por las manifestaciones de los estudiantes de Medicina en Madrid, ni por los masivos boicoteos de estudiantes en toda España, ni por las huelgas del ferrocarril y de las compañías aéreas. González obtuvo una cómoda victoria parlamentaria en la moción de censura, en la que pudo desechar como escasamente coherente el desafío montado por el joven dirigente derechista de Alianza Popular, Antonio Hernández Mancha. Ello no impidió una nueva oleada de huelgas esta semana, que afectó a un millón de trabajadores.Se acusa al Gobierno de González de ser conservador y distante. Su política monetarista ha ayudado a descender la inflación, pero también ha contribuido a una tasa de desempleo superior al 20%. La mayoría de los huelguistas desea incrementos salariales por encima del 7%. González trata de mantenerlos en el 5%, y señala que unos salarios más altos posiblemente produzcan un mayor desempleo.

Incluso el primer ministro griego, el socialista Andreas Papandreu, es calificado como el parangón de la ortodoxia económica por las fuerzas a su izquierda.

17 de abril