'Cantaores' y guitarristas, lo mejor en la cumbre
Lo que no puede ser es que el escenario se convierta en caseta de feria donde el vecino de al lado sale a bailar sevillanas. Ocurrió en la noche del fandango y parte del público abandonó la sala. Cuando el grupo de Alonso escenificaba las Sevillanas antiguas de la Cruz de Mayo.Los profesionales del arte jondo vinieron a salvar parcialmente la noche. José de la Tomasa y Gabriel Moreno son dos excelentes cantaores, limitados en esta ocasión al fandango y sus estilos derivados; cumplieron dignamente. Ginesa Ortega, una joven cantaora catalana en posesión de voz muy rica en registros obtuvo un triunfo merecido.
El baile abrió plaza con Meme Reina, una presencia de serena belleza. Baila sin crispaciones, con una aparente sencillez que no oculta su verdadera calidad de bailaora. Tiene personalidad, elegancia y un vuelo de manos de sorprendente atractivo. Le faltan, seguramente, unos quilates de emoción y jondura.
Suenan fandangos
Cante: José de la Tomasa, Gabriel Moreno, Ginesa Ortega. Toque: Pedro Bacán, Carlos Pardo, Carlos Habichuela. Baile: Meme Reina. Panda de Verdíales de los Montes de Málaga. Grupo de Alonso. Teatro Alcalá Palace, 9 de abril Generaciones. Cante: José Mercé, Miguel Vargas, Chato de la Isla, Niña de la Puebla. Baile: Juana Amaya, Farruco. Toque: Curro de Jerez, José Luis Postigo, José María Pardo, Félix de Utrera. En concierto: Jerónimo. Teatro Alcalá Palace, 10 de abril Concierto de guitarra por Andrés Batista. Círculo de Bellas Artes, 11 de abril
Que es, justamente, lo que le sobra a Farruco, ese heterodoxo y genial bailaor que hace lo que quiere, arrebatándonos en la magia de una presencia única en el arte flamenco actual. La crispación, el desmelene y los zapatazos estuvieron a cargo de Juana Amaya, quien para colmo resucitó el recitado en medio del baile.
Guitarras
Noche grande de cante, la del programa Generaciones. José Mercé, Miguel Vargas y Chato de la Isla estuvieron en maestros en sus formas de hacer. Mercé con su rajo habitual. Vargas desarrollando el cante con una grandeza impresionante. Chato, el más aplaudido, con su filigrana de gracia y encaje, una pura delicia. La Niña de la Puebla, en fin, se representó a sí misma ante un público que la acogió con cariño.Excelentes guitarristas las dos noches, y siento no tener más espacío para dedicarles, pero la maravilla se llama Jerónimo, un niño de nueve años. Tiene una fabulosa capacidad de ejecución, sentimiento de lo jondo, duende, sinceridad.
La guitarra de concierto celebró también de madrugada una excelente sesión en el Círculo. Andrés Batista, secundado por cuatro de sus alumnos destacados, demostró que es efectivamente un maestro.
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