Discursos cambiados
ENVIADO ESPECIAL, Los primeros discursos de Juan Pablo II en Argentina han dejado en los observadores la impresión de que está diciendo aquí lo que quizá habría podido decir con mayor eficacia y oportunidad en Chile. Hasta el punto de que uno de los vaticanistas italianos que acompañan al Papa en su avión comentó ayer con humor que quizá los asesores del Papa se han equivocado y han cambiado el paquete de discursos, entregando al Pontífice en Chile los de Argentina, y aquí, los de Chile.
Ya en su primer discurso ante el presidente Raúl Alfonsín el Papa habló de la necesidad de una "mayor moralidad pública" y le exhortó a "no responder a la violencia con otra violencia".
A los mapuches, hijos de la Patagonia, les puso en guardia "contra la búsqueda del bienestar en los atractivos de la sociedad secularizada o a través del odioso enfrentamiento de las luchas ideológicas". "Ante esa pobreza del espíritu", añadió, "el cristiano no debe quedar pasivo: ha de orar y dar testimonio de Cristo". En su discurso sobre la paz en Mendoza, Juan Pablo II dijo que "la conflictiva situación en ciertas zonas de América Latina se presta a demagogia, al alegato estéril, a la recriminación mutua". Por ello, "urge encontrar la vía para soluciones que operen la reconciliación por medio de la tolerancia, el dialogo y el pluralismo".
Explicó el papa Wojtyla en Mendoza que lo que él va predicando como un misionero por toda América Latina sobre la llamada nueva civilización del amor "no es una doctrina orientada sólo a tranquilizar las conciencias; por el contrario, es una llamada exigente a la unidad de vida cristiana". La paz, dijo también el Papa, recordando a san Agustín, es "la tranquilidad en el orden", y se basa también en la justicia, el amor a la libertad, la fortaleza y la caridad, la cual, añadió, "os llevará a superar rencores, diferencias y discordias".
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