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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La escalada de ETA en Cataluña

EL QUINTO coche bomba utilizado por ETA en Barcelona ha causado la primera víctima civil. Hace una semana, en un atentado parecido, encontró la muerte un guardia civil que prestaba servicio junto al puerto de la capital catalana, mientras que el pasado mes de octubre, cuando estaba en su punto más álgido la expectación ante el voto para la sede olímpica de 1992, otro golpe propagandístico asesinó a un policía nacional.El balance de tres muertos, cerca de 40 heridos y la exhibición de una amplia gama del muestrario de ETA evidencia que existe una ofensiva concreta y un desplazamiento hacia Barcelona de parte de las actividades terroristas que inicialmente habían viajado de Euskadi a Madrid.

El primer atentado etarra en Cataluña, un hecho aislado en 1982, consistió en un disparo muy desviado de lanzagranadás contra un vehículo policial. Pero en los últimos ocho meses el procedimiento utilizado por el grupo terrorista ha sido el coche bomba, y con una eficacia creciente, pues mientras el primero no produjo apenas daños, los dos últimos, separados entre sí por tan sólo seis días, se han cobrado vidas humanas.

La organización terrorista ETA ha ido ampliando paulatinamente su radio de acción desde las pequeñas localidades vascas hasta San Sebastián y Bilbao en una primera fase, posteriormente hasta Madrid y ahora hasta Cataluña, huyendo del marcaje policial a medida que éste concreta y tecnifica su acoso. En Barcelona tiene un medio especialmente propicio: una extensa aglomeración urbana, presencia policial sensiblemente inferior a la de Euskadi o la capital de España y la proximidad de una frontera blanda, amplia y con muchísima circulación.

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Contra Barcelona se suma, por el elemento olímpico, una fácil resonancia internacional de cualquier suceso y la prima desestabilizadora de que la actuación de los terroristas vascos cae dentro de una sociedad que vive inmersa en su propia dialéctica entre lo catalán y lo español.

El componente más morboso de estos atentados de Barcelona reside en la colaboración que, según fundados indicios, recibe ETA de los antiguos militantes de la organización Terra Lliure y de otros sectores independentistas. Se trata, sin duda, de un apoyo más estratégico que real, pues los terroristas catalanes han mostrado con bastante regularidad escasa capacidad y eficacia, pero supone un elemento más del problema. Cabe añadir al respecto que el pasado domingo, en un acto de reducidísima asistencia celebrado en Barcelona, un alto dirigente separatista defendió la legitimidad de la lucha armada como vía para conseguir la independencia.

Con ETA agazapada en la capital catalana, se puede pensar en unos duros meses próximos. Por ello resultan tan necesarias las medidas de precaución y mejora de la eficacia policial, como la inyección de grandes dosis de sentido de la responsabilidad. Algunas frivolidades políticas recientes, como la de calificar de "terrorismo de importación" a los ramalazos que le llegan a Cataluña del principal problema que tiene en estos momentos Espana, deben encontrar asimismo su inmediato punto final.

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