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El desarme, eje del diálogo entre los dos líderes

La primera ministra británica, Margaret Thatcher, inicia hoy una visita de cinco días a la Unión Soviética, en la que, en una serie de conversaciones en la cumbre, discutirá la situación mundial, con especial énfasis en los temas de desarme, con el máximo dirigente soviético, Mijail Gorbachov, al tiempo que trata de averiguar el alcance de sus reformas. Fue precisamente Thatcher quien, tras una visita de Gorbachov a Londres, en diciembre de 1984, lanzó al dirigente soviético a la escena política occidental con su célebre frase: "Se puede hacer negocios con él".

La visita de la señora Thatcher, la primera que realiza un jefe de Gobierno británico a la URSS desde Harold Wilson, en 1975, casi coincide en el tiempo con la de su principal adversario político, el líder de la oposición, Neil Kinnock, que ayer se entrevistó en Washington con el presidente de EE UU, Ronald Reagan, para explicarle la política de defensa laborista.A pesar de que el Reino Unido no es parte de las conversaciones de desarme, la URSS parece tener un interés especial en convencer a la primera ministra de la sinceridad de sus intenciones en el tema de desarme que culminó el pasado 28 de febrero con la propuesta de Gorbachov de la eliminación de las fuerzas nucleares de alcance medio (INF) en Europa, ya propuesta por la Alianza Atlántica, con el nombre de opción cero, en 1979.

Observadores de la escena soviética han manifestado que Gorbachov necesita apuntarse un tanto favorable en política exterior con el fin de poder llevar a cabo su programa de apertura, todavía juzgado con recelo por los halcones del partido y de las Fuerzas Armadas, en el interior.

En los días previos a la visita, ambas partes se han dedicado a lanzarse mutuas advertencias en un intento de calmar a sus respectivas galerías internas. Así, el Kremlin, por boca del asesor del Ministerio de Asuntos Exteriores, Dr. Georgi Arbatov, y del portavoz de las Fuerzas Armadas, general Yuri Lebedev, ha vuelto a jugar con la idea de incluir las fuerzas nucleares independientes británica y francesa en el proceso general de desarme, mientras que Margaret Thatcher ha vuelto a hablar de negociar con la URSS desde "posiciones de firmeza" y de ligar un posible progreso en las negociaciones de desarme a una mejora en la situación de los derechos humanos en la URSS.

Disparos de fogueo

Pero, en realidad, se trata de salvas más que de fuego real. La señora Thatcher, que capitalizará en dividendos electorales la visita cualquiera que sea su resultado, está, en opinión de fuentes muy cercanas, "totalmente fascinada" por lo que ocurre en la URSS y, según estas fuentes, hará todo lo que esté en su mano para averiguar el objetivo final que ha movido a Gorbachov a iniciar su programa de reformas.La primera ministra tendrá más de tres horas de tête-à-tête con Gorbachov para conseguirlo. Los soviéticos conceden tanta importancia al viaje que han incluido el lunes dos entrevistas a solas entre los dos líderes con sólo la presencia de los intérpretes.

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Los temas más conflictivos serán la observancia de los derechos humanos en la URSS y la ocupación soviética de Afganistán. Anteayer, la señora Thatcher dejó constancia de sus sentimientos sobre los dos temas en una intervención en la Cámara de los Comunes. "Sólo podremos tener una confianza plena en la URSS cuando trate a su pueblo de una forma más similar a la que tratamos a los nuestros de lo que lo hace ahora", dijo en una referencia al tema de derechos humanos, mientras que con relación al segundo manifestaba que "Ia única conclusión satisfactoria es que la URSS retire sus fuerzas de ocupación y deje que Afganistán determine su propio futuro y escoja a su propio Gobierno".

Funcionarios británicos y soviéticos se han negado a confirmar si la primera ministra podrá entrevistarse con algún disidente, como el premio Nobel Dr. Andrei Sajarov. Es posible que esta entrevista u otra similar sea arreglada para el domingo por la tarde, cuando la primera ministra regrese a Moscú procedente de Zagorsk, donde una visita a un seminario ortodoxo, destinada, en palabras de una fuente, a mostrar su solidaridad con los cristianos de la Unión Soviética.

La primera ministra recibió en su residencia oficial del número 10 de Downing Street, el pasado miércoles, al disidente soviético Yuri Orlov con el fin de recibir una información de primera mano de la situación de los disidentes en la actualidad.

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