Hernández Mancha logró el 'cuerpo a cuerpo' con González, quien le acusó de incoherencia e ignorancia
El presidente del Gobierno, Felipe González, subió ayer a la tribuna de oradores del Congreso para, no sin cierta ostentación, elevar "el tono y la altura" del debate protagonizado por Antonio Hernández Mancha como candidato a la presidencia del Ejecutivo en nombre de Alianza Popular. El líder de AP, más ágil, pero a la vez más impreciso en algunas afirmaciones hechas con rotundidad, logró, además de la réplica de González, el que interviniese, en contra de lo que había anunciado, el portavoz del CDS, Adolfo Suárez, aunque sólo fuese para responder a unas alusiones. El presidente del Gobierno accedió finalmente al cuerpo a cuerpo tras haber sentido la tentación de no subir a la tribuna de oradores para rebatir a Hernández Mancha, según él mismo reconoció.
Perceptiblemente preocupado por no golpear con demasiada dureza a su adversario, no obstante le reprobó con contundencia sus presuntas contradicciones, la falta de coherencia en su programa y la insuficiente información que había recabado sobre los asuntos abordados en sus intervenciones. "No me preocupa que un parlamentario sepa hablar, sino que no sepa de lo que habla", llegó a apostillar en cita que atribuyó a Manuel Azaña. González, que empezó por invitar al presidente de AP a que enfriase "las calderas", constató públicamente que la moción de AP no había obtenido entre los grupos de la oposición credibilidad alguna como alternativa de gobierno, por lo que tampoco había logrado aglutinar los apoyos de otros partidos ni delimitar con mayor claridad respecto a ellos el perfil político de AP.El presidente reprochó a Hernández Mancha que después de realizar un alegato contra el Estado, "como causante de todos los males", las medidas concretas de su programa de Gobierno se traduzcan en propuestas de mayor protección, más subvenciones y, en general, más intervención estatal". "Contener el gasto y prometer subvenciones es impracticable, pero si además se promete reducir los ingresos, entonces entramos en lo inexplicable", sentenció González. Según los cálculos del Gobierno, la reducción del impuesto sobre la renta defendido por AP conllevaría, en caso de que fuera puesto en práctica, que el Estado dejara de recaudar 250.000 millones.
Especialmente molesto con la aseveración de que España ha perdido prestigio internacional, González se mostró convencido de que ni siquiera AP cree tal cosa, y reclamó una valoración de conjunto del balance de la integración de España en la CE para no alentar una corriente de opinión española reticente a las relaciones con Europa.
Desinformación del candidato
González puso de relieve en varias ocasiones la desinformación del candidato a sustituirle, y, a este tenor, le recordó que existe un plan de fomento a las exportaciones, proyectos de cooperación tecnológica con otros países y sobre todo, frente a la propuesta de AP para incrementar en cuatro años el presupuesto destinado a educación, el Gobierno lo ha superado en un año, al aumentarlo en un 6% en 1986.
El candidato de AP a la presidencia del Ejecutivo aprovechó el análisis hecho por Felipe González de su discurso para resaltar que AP dispone de un verdadero programa de gobierno. Hernández Mancha puso como ejemplo de las reprivatizaciones que desea su grupo la venta de Seat, negó que reclame subvenciones para las empresas y censuró "la reconversión ideológica" de Felipe González, al pasar de defender una política económica al servicio de los hombres a llevar a cabo lo contrario desde su responsabilidad de gobierno.
Para relativizar el crecimiento de la economía española el año pasado, Hernández Mancha señaló que "un niño de cinco años crece siempre mucho más que una persona de 36 años", comparación que posteriormente fue considerada por Felipe González cómo una frivolidad. Ante las invitaciones de éste para que expusiese soluciones a los conflictos sociales existentes, Hernández Mancha excusó una exposición de alternativas concretas en que no tiene por qué suplir la incompetencia del Gobierno.
El presidente de AP precisó que su grupo no pretende reducir el número de funcionarios, sino el de "advenedizos", que desde una vertiente política entran de forma interina en la Administración y "acaban pastando en los presupuestos del Estado", y estimó en 700.000 millones el coste para España de la reducción prevista por el Gobierno de las tropas de EE UU en nuestro país. Esta última afirmación, basada en datos del Instituto de Estudios Estratégicos de Londres, según Hernández Mancha, molestó visiblemente a González, que, tras advertir que una cifra de esa magnitud representa casi el presupuesto anual del Ministerio de Defensa, aseguró que "no tiene nada que ver con la realidad".
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