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Incidentes entre policías y partidarios de la Iglesia en la celebración de la fiesta nacional en Grecia

ENVIADA ESPECIALLa fiesta nacional griega, que recuerda a los héroes de la resistencia contra la dominación otomana muertos en 1821, tuvo por primera vez dos conmemoraciones paralelas. Frente al Parlamento, el presidente Christos Sarzetakis colocó una corona de laurel en el monumento al soldado desconocido y la plana mayor de los obispos celebró por su cuenta un oficio en el templo de san Pantaleón. Fuera, partidarios de la derecha abuchearon y acorralaron a la policía al grito de "¡Vergüenza!". El Gobierno se conformó con un oficio de 20 minutos a puerta cerrada.

Los ánimos estaban caldeados en la plaza donde se alza el templo de san Pantaleón, ocupado en la mañana de ayer por 77 obispos de las 78 diócesis -una está sin jerarca, por defunción- de toda Grecia, que se habían reunido allí para celebrar por su cuenta la Fiesta nacional, en señal de protesta por el proyecto de ley que prevé la expropiación de los bienes de la Iglesia -especialmente, 130.000 hectáreas de tierra- y una mayor intervención en sus asuntos internos. El obispo Jacobo, de Hydra, pronunció una homilía salpicada con frecuencia de las palabras autonomía y libertad, subrayadas por aplausos de la multitud.Mientras, dentro de la iglesia, el despotys Jacobo recordaba el papel de la Iglesia griega ortodoxa como salvaguardia de las esencias patrias durante los cuatro siglos de dominación turca, en el exterior se sucedían los incidentes.

El obispo Jacobo dijo en su homilía: "Nuestra sagrada Iglesia está hoy levantando sus manos a la virgen y rezando con ella para salvar la nación". "La Iglesia", añadió, "que en el pasado se ha sacrificado por la libertad de nuestra nación, está ahora luchando por su propia libertad.]

El incidente más grave

El incidente más grave tuvo lugar cuando un policía vestido de paisano trató de desconectar uno de los megáfonos que permitían al público congregado enterarse de las palabras de Jacobo. La multitud se lanzó contra él y tuvo que ser rescatado por sus colegas de uniforme que, tímidamente, permanecían a unos metros. Sin arredrarse, los partidarios de la derecha y de la Iglesia se lanzaron contra el camión de los agentes del orden, que todo lo que pudo hacer fue desaparecer del lugar. Cada vez que alguien sospechoso de simpatizar con el Gobierno intentaba manifestar en voz alta una opinión se formaba a su alrededor tal corro de agresividad que hacía temer que las cosas pasaran a mayores.Dos policías jovencitos apostados en una de las puertas del templo, lívidos, tuvieron que ser protegidos de la multitud por mujeres que estaban asistiendo al culto.

A un par de kilómetros de allí, en la plaza Syntagma, el presidente Christos Sarzetakis colocaba una corona de laurel en el monumento al soldado desconocido, ante el Parlamento, el Ejército rendía honores y empezaba a desfilar con todo su poder -carros de combate, misiles y, en el cielo, escuadrillas supersónicas-, y los partidarios del Gobierno aplaudían y agitaban banderitas de plástico, y los niños, a hombros de sus padres, contemplaban la ceremonia entre un revuelo de palomas.

El Gobierno socialista que preside Andreas Papandreus, junto con el cuerpo diplomático, tuvo que conformarse con una magra ceremonia de 20 minutos que tuvo lugar en la catedral, a puerta cerrada, después de que el pueblo asistiera al servicio normal.

Normalidad en las iglesias

Todas las iglesias ortodoxas de Grecia mantuvieron ayer abierto el culto con toda normalidad, aunque sin celebrar especialmente la fiesta nacional. Eso se lo reservaron los obispos en San Pantaleón.El arzobispo Jacobo, al final de su larga arenga, aprovechó para convocar a una manifestación, que tendrá lugar esta tarde y que partirá, desde la plaza Omonia para acabar ante el Parlamento, en un acto más de protesta contra el proyecto que prevé la expropiación de los bienes de la Iglesia y la injerencia de las autoridades políticas en sus asuntos internos.

La escalada continúa, y para el domingo se preven nuevas demostraciones por parte de la derecha y de los partidarios de la Iglesia.

[Fuentes diplomáticas citadas por la agencia Reuter comentaron que el enfrentamiento entre el Gobierno socialista y la Iglesia es uno de los problemas más serios que ha tenido que enfrentar Papandreu en sus seis años como primer ministro. "Los griegos son un pueblo profundamente religioso y enfrentarse a la Iglesia es un asunto muy delicado", opinaron las citadas fuentes.]

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