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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una de locos

Ésta es una obra cómica que no hace reír. Es curioso, porque tiene todos los elementos que durante siglos han causado la hilaridad de la gente: los locos de chiste, el miedo, los espectros, las alusiones sexuales, e incluso ese resorte de pequeña filosofía de meter dentro y fuera de la locura al mismo tiempo la política o las costumbres. Tuvo un punto máximo en España este tipo de teatro en Jardiel Poncela, y la comedia de Alonso de Santos le recuerda continuamente. La suposición de que es un texto antiguo -está premiado con el Rojas Zorrilla de la ciudad de Toledo en 1985, pero probablemente está escrita mucho antes- ayudará quizá a comprender que está realmente fuera de quicio: del quicio en el que está muy sólidamente encajado el autor de una obra tan reconocida y tan valiosa como Bajarse al moro o de La estanquera de Vallecas.La intención del autor aparece a veces entre todo este mundo de carreras, muebles que cambian de sitio, apariciones y desapariciones: la de mostrar que no hay una frontera estable entre la alucinación y el suceso; o la de aquel que dice lo que realmente ve, la realidad en un mundo de ocultaciones, es reprimido hasta ser acallado; o la de crear un juego teatral de apariencias y de libertad del espectador.

Fuera de quicio

De José Luis Alonso de Santos (Premio Rojas Zorilla 1985). Intérpretes: Gloria Muñoz, Amparo Valle, Arturo Querejeta, Francisco Javier, Paca Gabaldón, Paco Casares, Margarita Lascoiti, Paco Maestre. Escenografía: Tony Cortés. Director: Gerardo Malla. Estreno en teatro Reina Victoria. Madrid, 13 de marzo.

Pero la demostración no está cuajada: ni hace reír ni hace pensar. Por lo menos, en un teatro poco ocupado la noche del estreno -como si una misteriosa intuición hubiera alejado del lugar hasta a los habituales de los acontecimientos, pese al renombre de Alonso de Santos-, y menos ocupado después del descanso, que facilitó la huida a algunos.

Los esfuerzos de los actores chocaban contra estas paredes acolchadas por la indiferencia y la desgana -y si algunas risas hubo, se debió sobre todo a ellos-, por el poco entusiasmo de la dirección de Gerardo Malla, por la endeblez de los decorados; de Tony Cortés -especialmente mal realizados-; quiere decirse que una conjunción de buenos nombres puede producir una mala noche de teatro. Es posible que en representaciones sucesivas, con algunos retoques si son posibles, pueda llegar a aparecer un resultado distinto. Todos estos buenos nombres que han colaborado en un trabajo malogrado siguen estando a salvo en sus carreras; sobre todo, Alonso de Santos, de quien se tienen suficientes pruebas de inteligencia teatral.

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