_
_
_
_

El socialista Craxi dimite como jefe del Gobierno más duradero de la historia de la República Italiana

Juan Arias

El socialista Bettino Craxi presentó ayer ante el Senado su dimisión como primer ministro, tras 1.300 días de Gobierno, el más duradero de la historia republicana de Italia. Lo hizo con un discurso muy duro, en el que realizó un verdadero canto a un país que deja cuajado de récords positivos. ¿Por qué dimite entonces? "Se trata de una decisión", dijo Craxi, "que se deriva del reciente agravamiento de las dificultades políticas", las cuales han creado una atmósfera "irrespirable y nociva para todos". Sobre el ultimátum de la Democracia Cristiana, que pidió una clarificación entre los cinco el partidos del Gobierno, Craxi afirmó que tal exigencia "es exactamente lo contrario al espíritu de colaboración y de cohesión necesarías para la vida de una coalición".

Más información
Soluciones para una crisis

El discurso de Craxi fue precedido por una reunión relámpago del Consejo de Ministros en Palazzo Chigi y por una ronda de intervenciones, ya en la Cámara baja, de los representantes de la oposición comunista, radical, misina (de extrema derecha) y de la izquierda independiente. Todos elIos pidieron en vano al presidente del Senado, Amintore Fanfani, que no se permitiese a Craxi presentar su dimisión sin que antes pudiera discutir el Senado sobre la situación politica cue se había creado. "Un anuncio de crisis sin debate, dijo el re presentante comunista, es una comedia intolerable que humilla al Senado". El portavoz del Movimiento Social Italiano afirmó que se trataba de "un golpe de mano" y de la expresión de la voIuntad clara por parte socialista de "ir a elecciones anticipadas".Los radicales, como protesta por no haberse permitido el de bate, abandonaron la Cámara antes de que Craxi pronunciase su discurso. Fanfani justificó su decisión en la necesidad de aguardar a la decisión del presi (lente de la República, el demo cristiano Francesco Cossiga, tras la dimisión de Craxi, ya que, en teoría, podía rechazar aún la diinisión del primer ministro y hacer que se sometiera al voto en el Parlamento.

La decisión del presidente

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Sin embargo, Cossiga aceptó ayer mismo la dimisión de Craxi y anunció que las consultas con los líderes partidiarios comenzarán mañana. Abrirán la ronda el ex presidente Sandro Pertini y los senadores vitalicios Giuseppe Saragt y Sergio Leone. A continuación, los presidentes del Senado, Amintore Fanfani, y de la Cámara de Diputados, Nilde lotti. Finalmente, las delegaciones de los diversos partidos. Las consultas pueden ser breves, y tal vez el mismo viernes el presidente dé a conocer su elección, que probablemente recaerá en el actual titular de Exteriores, el democristiano Giulio Andreotti.

La sesión del Senado, por voluntad de Craxi, fue retransmitida en directo por televisión. El líder socialista presentó a los senadores y a los millones de telespectadores una Italia a la que hoy, dijo, "admira y envidia medio mundo".

El primer ministro explicó que su decisión de dimitir no se debe a "errores de los que el Gobierno debe rendir cuentas", ni tampoco a "un enfrentamiento insano en el seno del Gabinete".

Craxi puso de relieve que, mientras la Prensa internacional habla hoy, como nunca lo hizo, de forma favorable sobre el "estado de salud de Italia", este hecho es discutido radicalmente "en casa".

Los datos indican, dijo Craxi, que el nivel de desarrollo italiano ,les mayor que la media de los países europeos", que Italia "es el segundo país en el mundo en cuanto a calidad de vida" y que "aliados y amigos se prodigan en alabanzas por el modo en el que el fenómeno terrorista ha sido afrontado y resuelto".

"No es casual", dijo, "que la conflictividad social en estos años no haya conocido asperezas ni excesos". "Ha crecido" añadió, "la imagen de Italia en el mundo, y existe un made in Italy que se está afirmando en el mundo cada vez con mayor fuerza, y ha aumentado el prestigio de Ita lia por su fuerte y nuevo sentido de independencia y de lealtad en sus aliados". "Ha llegado la hora", dijo el primer ministro dimisionario, "de llevar a cabo va lientes reformas constitucionales en el siglo de la modernidad, de la exigencia y de la transparencia dignas de la quinta potencia industrial del mundo".

Todo esto lo fue diciendo Craxi con aplomo, casi recitando, pero con la mente y el corazón puestos más en los millones de telespectadores que en los miembros del Senado, que no le aplaudieron y que, a veces, le interrumpieron con gritos de desaprobación, o le seguían con sonrisitas y comentarios al oído visiblemente irónicos.

"Me voy", dijo Craxi, "con absoluta serenidad y con la convieción de que tal decisión podrá servir para que pueda renacer esa claridad que todos invocan hoy".

Que Bettino Craxi hablaba pensando en elecciones anticipadas inevitables quedó claro cuando dijo al final de su discurso que, por lo que se refiere a las grandes cuestiones aún abiertas, si no se llega a un acuerdo entre las fuerzas políticas, "debercán decidir sobre ellas los ciudadanos, según lo prevén las leyes de la República".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_