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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una victoria de la democracia

LA SESIÓN celebrada ayer en el Parlamento vasco, en la que el candidato José Antonio Ardanza fue elegido presidente de la comunidad autónoma, contó con la presencia de los diputados electos por Herri Batasuna (HB). Sin duda, este partido albergaba intenciones propagandísticas con la presentación del presunto terrorista Yoldi como candidato a lendakari, pero la presencia flisica de los diputados de HB en la principal institución representativa de la autonomía vasca supone -diga lo que diga la propia HB- un reconocimiento implícito de esas instituciones, al menos como tribuna.Herri Batasuna obtuvo en las últimas elecciones autonómicas cerca de 200.000 votos. Cifra abultada, pero no tanto como para avalar la pretensión del abertzalismo violento de hablar en nombre de todo el pueblo vasco. Las relaciones de todo tipo -y no sólo ideológicas, según reveló Felipe González esta semana- entre ese partido y la organización terrorista ETA Militar justifican además una preocupación por el hecho de que obtenga tan amplio respaldo social. Pero incluso suponiendo que todos los votantes de HB se identificaran con los planteamientos y las prácticas de ETA, sus 13 diputados constituyen una minoría en una Cámara que cuenta con la presencia de otros 62 representantes de la voluntad de los ciudadanos.

La sesión de ayer nos propició una buena noticia para la democracia: el candidato Yoldi tuvo ocasión de exponer sus puntos de vista y de confrontarlos con otros existentes en la sociedad vasca. El radicalismo abertzale ha escenificado ante los representantes del pueblo y ante informadores de todo el mundo el más elocuente mentís de los argumentos que durante años han esgrimido HB y ETA, y que el propio Yoldi resumió en su alegato, a saber: que el Parlamento vasco no representa a Euskadi porque falta en él la voz de los oprimidos, y que el recurso de ETA a la violencia es legítimo porque los vascos carecen de vías auténticamente democráticas para expresar sus intereses y aspiraciones, y que, en definitiva, es necesario cambiar el marco jurídico-político porque el actual es sólo la prolongación, con algunos retoques del impuesto durante el franquismo. Todo eso no es ni siquiera una falacia: es una tontería. Aunque bien es verdad que la imprudencia o la torpeza política del Gobierno tratando de impedir con algunas estratagemas legales la comparecencia del candidato ha estado a punto de darle a HB argumentos de los que ayer se vio por completo desprovista.

El candidato de HB ha proclamado como única solución para los problemas de Euskadi -y no excluyendo como instrumento de acción el recurso a la violencia- la aceptación por las demás fuerzas vascas, representativas del 83% de aquella población, del programa político defendido por Herri Batasuna. Esto es: una negociación política entre ETA, de una parte, y los poderes del Estado, con mención explícita al Ejército, de otra, sobre la base de los puntos de la llamada alternativa KAS. El planteamiento responde a una primitivez de ideas políticas preocupante. La ausencia de los diputados de HB que optaron por ausentarse de la Cámara cuando los demás grupos rebatieron sus razones se parecía, por lo mismo, a una huida.

La presencia de Yoldi en la Cámara vasca, aprovechando la superioridad moral de la democracia frente a la práctica a un tiempo infantil y criminal del tiro y la metralleta, ha resultado políticamente una victoria para el sistema que ETA pretende destruir en nombre de ensoñaciones que moverían a la sonrisa si no anclaran su expresión en la más fúnebre, siniestra y repugnante de las prácticas criminales.

Por lo demás, el aislamiento de los terroristas no puede pasar de ninguna manera por la marginación política de los 200.000 ciudadanos que hoy les apoyan o disculpan, sino justamente por la separación entre la minoría violenta y esos sectores que siguen otorgando su voto a Herri Batasuna.

Las vías de pacificación pasan por la recuperación para la democracia y sus instituciones de esos miles de ciudadanos. Todo lo que favorezca, por mínimamente que sea, esa integración, incluso si las intenciones de los estrategas abertzales son contrarias a la misma, será una inversión en favor de la libertad y la convivencia en Euskadi. Ayer se franqueó en Vitoria un importante paso hacia ese objetivo. El que la presencia de Yoldi coincidiera con la elección de un lendakari que por primera vez en siete años contó con el apoyo de la mayoría absoluta de la Cámara vasca subraya el valor de una jornada que exhibió, ante todo, un triunfo para la democracia.

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