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Crítica:CANCIÓN
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Reencuentro con un nuevo Llach

La presentación en Madrid de la nueva propuesta musical de Lluís Llach coincide con la conmemoración de las bodas de plata del nacimiento de la Nova Cançó. El músico de Vergés fue el último juez en incorporarse al movimiento, y su inquietud no ha cesado. Llach continúa siendo el mismo, pero cada temporada es capaz de ofrecer algo nuevo y arriesgar, cuando muchos de sus seguidores incondicionales se conformarían con la repetición de clichés pasados.Su nuevo trabajo discográfico, sobre el que giró su concierto, es la demostración de un cambio de perspectiva, y las palabras de su canción Alé (Aliento) son significativas: "Yo sólo tengo un deseo de amor, un pueblo y una barca".

El compromiso, el alineamiento crítico de Lluís Llach, se mantiene, y en la primera parte de su actuación, centrada en canciones antiguas, el músico dejó clara su posición respecto a la ley Antiterrorista (No empobrezcas el sueño), la represión sexual (Y con la sonrisa, la revuelta) y la nueva derecha (El día de los miserables). Mirando al público a los ojos y mostrando esa vena intimista que lo convierte de repente en un cantante próximo, casi familiar, consiguió que el recuerdo a José Afonso a través de la canción Una nube blanca, fuese uno de los mejores momentos del concierto.

Concierto de Lluís Llach

Lluís Llach (voz, teclados, guitarra), Laura Almerich (guitarra, sintetizador, arpa, zanfona, salterio), Carles Cases (teclados, violonchelo), Manuel Rabinad (flautas, sintetizador), Paco Rodríguez (bajo eléctrico), Andreu Ubach (percusión), Ricard Bordas, Gloria Casellas, Robert Garrigós, Inmaculada Inés, Núnia Jené y Berta Ojea (coros). Alain Poisson (Iluminación). Teatro Monumental. Madrid. 24 de febrero.

Llach siempre ha creado un universo musical propio, alejado de influencias y en el que las referencias comienzan y acaban con él. El clasicismo permanece en sus canciones y en la concepción de su obra, junto a esa inseparable y aparente grandiosidad apoyada por arreglos expresionistas y una voz que sigue sonando a blues.

Todo esto se puede escuchar en su última obra, Astres, aunque suavizado respecto a planteamientos pasados. A la presentación de Astros dedicó la segunda parte del concierto, sin pausas y con el respaldo de todo el grupo de acompañamiento y los coros. La importancia de los textos de las canciones, más contemplativos y sin concesiones, ha cedido ante la pujanza de la música, basada en los teclados, lo que proporcionó cierta frialdad, que aumentó por la complejidad que representa la ejecución en directo de una obra densa y extensa.

Pero, con el apoyo de una excelente sonorización y una cuidadísima programación de luces, consiguió que el público apreciase la nueva propuesta y reclamase los bises, en los que olvidó estacas y repitió esa alentadora habanera-fado que constituye lo más preciado de su última etapa.

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