Argentina y Venezuela endurecen las posiciones ante sus prestamistas
Los Gobiernos de Argentina y Venezuela endurecieron ayer las posiciones que mantenían hasta ahora sobre el pago de su endeudamiento externo, a la vez que el denominado Acuerdo de Cartagena mostró su solidaridad con la decisión de Brasil de suspender el pago de su deuda. Se corre el riesgo, de esta forma, de que todo este proceso puede ocasionar un efecto dominó en toda la región suramericana, donde se concentra el 40% del endeudamiento exterior mundial.
El Gobierno argentino advirtió a sus acreedores internacionales que no pagará los intereses de su deuda si los bancos no le conceden un nuevo crédito de 2.150 millones de dólares (278.000 millones de pesetas) que le permita asegurar su nivel de crecimiento, según manifestó el secretario de Hacienda, Marlo Brodersohn.
En la misma línea, el titular de Energía y Minas venezolano, Arturo Hernández Grisanti, declaró que, si descienden los ingresos de su país, Venezuela no podrá hacer frente al pago de su deuda exterior, estimada en unos 27.000 millones de dólares (3,47 billones de pesetas). Hernández Grisanti afirmó que, en caso de que el Congreso norteamericano apruebe -como pretende- un impuesto que grave las importaciones petrolíferas, toda la política económica venezolana tendría que revisarse, con lo que sería prácticamente imposible pagar su deuda.
En la actualidad, Argentina está negociando con un comité que representa a los 320 Bancos acreedores la refinanciación a un plazo más largo de unos 33.000 millones de dólares de su deuda, que asciende a 53.000 millones de dólares (6,8 billones de pesetas).
Según el informe hecho público el pasado jueves por el Banco Mundial, la deuda de los países en desarrollo y del Tercer Mundo superó durante 1986 la barrera del billón de dólares.
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