Thatcher augura una campaña electoral especialmente agria
La primera ministra británica, Margaret Thatcher, ha afirmado, por si alguien tenía alguna duda, que las próximas elecciones generales británicas no se disputarán precisamente con guante blanco, sino que todos los indicios apuntan a una de las más vitriólicas de la historia política del país.Tras la presentación al público de una Alianza liberal-social demócrata remozada la pasada semana, después de las tensiones internas del pasado otoño por la política de defensa y el lanzamiento el jueves del programa de política local laborista por su líder, Neil Kinnock, los conserva dores han aprovechado este fin de semana para subirse al carro preelectoral de unas elecciones que nadie ha convocado todavía.
La ocasión: la clausura por la jefa de Gobierno del congreso anual de los jóvenes conservadores en la localidad norteña de Scarborough, un congreso entre cuyas resoluciones finales figura la petición a la dirección del partido de que se incluya en el próximo manifiesto electoral la celebración de un referéndum sobre la restauración de la pena capital en el Reino Unido.
Margaret Thatcher, que afirmó que su intervención no debería ser tomada como "un discurso electoral", no dejó títere con cabeza en sus ataques frontales a la política laborista y a la dirección, según ella "totalmente izquierdista", en la que marcha.
Las violentas manifestaciones registradas durante el conflicto laboral que afectó a los periódicos de Rupert Murdoch y que terminó el viernes con la rendición de los sindicatos fueron aprovechadas por la combativa líder conservadora para atacar a los políticos laboralistas que, "como el caso de los mineros, criticaron la acción de la policía".
Chantaje nuclear
La política de defensa laborista, que prevé un desarme unilateral del Reino Unido, su desnuclearización y el cierre de todas las bases nucleares norteamericanas -pero sólo las nucleares- establecidas en territorio británico, dejaría al país, en opinión de Thatcher, "expuesto a un chantaje nuclear" por parte de la URSS.En cuanto a la política económica del laborismo, supondría para la primera ministra una invitación al desastre. La economía británica puede aguantar todo, dijo Margaret Thatcher. "Lo único que no puede aguantar", añadió, "es una política económica laborista, cuya puesta en práctica costaría al contribuyente 28.000 millones de libras (unos 5,6 billones de pesetas).
Tras estas afirmaciones, nadie entre los asistentes al acto creyó por un momento en la afirmación hecha al principio de su intervención de que su discurso no debería ser interpretado como "un discurso electoral".
El discurso de Thatcher ha coincidido con varias filtraciones gubernamentales en la Prensa dominical británica, según las cuales el Gobierno tiene intención de anunciar una cuarta ley de relaciones laborales en su manifiesto electoral, que permitirá a los afiliados pedir cuentas a tu central sindical.
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