En junio de 1922,
el rey Alfonso XIII, acompañado, entre otros, por el inolvidable doctor Marañón, recorría estremecido algunos pueblos de Las Hurdes extremeñas. Fue una visita histórica de la que en las hemerotecas pueden verse sorprendentes fotografías.He dicho que recorrían estremecidos aquellos lugares porque descubrieron una población cuyas condiciones fisicas, psíquicas y sanitarias eran bochornosas en una Espafla medianamente civilizada. Era 1922. Han pasado 65 años, y estamos en 1987. Nieva en toda Europa. Muchos pueblos quedan aislados. Julio Llamazares realiza un difícil viaje por el valle de Fornela y la sierra de Ancares, en la provincia de León. Y escribe en EL PAÍS un impresionante reportaje, en el que párrafos como el siguiente nos llevan, nueva e incomprensiblemente, a Las Hurdes del año 1922: "Estamos ya en el corazón de los Ancares. Aquí, las pallozas de los pueblos son reducto último ole la más cruel y dramática endogamia. Aquí, el aislamiento, la pobreza, la subalimentación y los cruces infinitos de la sangre son el terrible contrapunto a la belleza y majestad de las montañas. Alcoholismo, raquitismo, bocio, idiocia, meningitis, enanismo... ".
Estamos, sí, en 1987. Los políticos, para sus campañas electorales, recorren calles, plazas y mercados besando a niños y dando la mano a relimpias fruteras y a relimpios pescaderos, siempre sonrientes. Yo le sugiero que cuando desaparezcan las nieves y los caminos sean más transitables, y sin que haya elecciones próximas se monten en el Land Rover del cartero de Balboa y se den una vuelta por esos pueblos perdidos y abandonados, estremecedoramente descritos por Llamazares. No sé si conseguirán muchos votos, pero se enterarán de algunos problemas que parecen desconocer, y que en 1987 todavía nos deben avergonzar.-
Madrid.
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