El incomprendido 'tío Sam'

"Egipto te quiere. Ven a verlo por ti mismo" es el lema de la campaña de publicidad destinada a atraer de nuevo el turismo norteamericano al país de las pirámides. El que afirma esto en los folletos es el dibujo de un pequeño faraón llamado Tut, abreviatura de Tutankamon. Egipto perdió en 1986, en relación a 1985, el 20% de sus turistas. El descenso de los norteamericanos, aterrados desde el secuestro del Achille Lauro, fue del 65%.Richard Murphy, subsecretario de Estado para Oriente Próximo, ha sido el último político norteamericano que ha visitado El Cairo. El pasado domingo se entrevistó con Mubarak y le prometió con toda solemnidad que Estados Unidos no entregará más armas a Irán.

Murphy no fue recibido con el calor que promete Tut. El diario oficial en inglés Egyptian Gazette le dedicó dos editoriales críticos consecutivos. Su llegada a El Cairo fue calificada de "tentativa de calmar la cólera de los árabes tras el escándalo de la venta de armas norteamericanas a Irán". "El presidente Reagan", decía uno de los textos, "debería darse cuenta del peligro de dejar deslizar la situación en Oriente Próximo hacia una gran explosión, a fuerza de dejarse llevar por las exigencias israelíes".

Mubarak había expresado su tremendo enojo por el Irangate en unas declaraciones efectuadas el pasado diciembre al semanario en francés Le Nouvel Observateur. El rais confesó "no comprender nada" de la política norteamericana en la región. "En las capitales árabes, a la Casa Blanca se le llama ahora la Casa Negra, de donde salen a la vez lo imprevisible y el mal. Qué irresponsabilidad". Pero Egipto recibe anualmente 3.000 millones de dólares de ayuda norteamericana, y, en su pavoroso estado de crisis económica, no puede enfadarse en exceso con el gigante.