Filósofo italiano
En el suplemento Libros del pasado 27 de noviembre apareció un largo artículo de Fernando Savater sobre la filosofía italiana actual. El día 18 de diciembre de 1986, un comentario de Francesc Arroyo sobre el libro de un italiano, titulado Historia de la filosofía griega. En ambos escritos hay un denominador común: la inclusión de Luciano de Crescenzo entre los filósofos e historiadores de la filosofía italianos actuales. Inclusión perpetrada con toda seriedad y desenvoltura, sin pestañear, por Savater; y con más dudas, con menor convencimiento -aunque habla nada menos que de la visión histórica del autor italiano-, por parte de Arroyo.Sea como sea, De Crescenzo es acusado, en un caso y en el otro, de delitos que no ha cometido: el de ser filósofo e historiador de la filosofía y, además, de ser malo. Pero De Crescenzo no es ni mal filósofo ni mal historiador, por la sencilla razón de que no es ni filósofo ni historiador. Escritor de costumbres y anécdotas napolitanas, escribe -y Arroyo, hay que decirlo en su descargo, lo intuye, pero Savater no- para hacer reír, en guasa, por broma, como el propio autor reconoce y como confirman sus libros anteriores. La inclusión de De Crescenzo entre los filósofos italianos es tan Inconcebible como lo seria incluir entre los historiadores españoles a Mingote o a Forges -sea dicho sin ánimo de menospreciarlos- porque en su día escribieron y dibujaron libros de historia para hacer reír. Creer lo contrario, como hace Savater, es meter la pata y mostrar un conocimiento muy pobre sobre la filosofía italiana actual, o, como le ocurre a Arroyo, es caer en la cuenta demasiado tarde de que todo ha sido una broma, y ni siquiera una broma pesada, que quizá no merezca un comentario tan largo.- C. A. Caranci. .
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