Una gran nevada de confetis saludó el año en la Puerta del Sol
Después de las 12 campanadas, una espesa niebla cubrió a los miles de asistentes a la despedida del año desde la Puerta del Sol. Durante 40 minutos, una nevada de confetis resultó extrañamente persistente. Hacia las 12.30, media docena de punks se liaron a botellazos. La intervención de la policía, que se llevó a alguno de ellos detenido, impidió que el espectáculo de luz y sonido terminara en batalla campal y vidrios rotos.
Mientras los rayos láser dejaban bien claro sobre la fachada del edificio del Ejecutivo regional quiénes patrocinaban el espectáculo: el Ayuntamiento de Madrid, la Comunidad y unos grandes almacenes, un señor con gabardina dio vueltas y vueltas a la plaza anunciando en un cartel las excelencias del vino de Cebreros (Ávila). "Lo del humo ha sido una pasada", decían algunos, medio tosiendo, medio llorando. El confeti insistía en meterse entre las prendas de vestir. Tampoco era ocasión para valorar lo positivo del espectáculo. Se trataba de pasarlo bien, bailar y enrollarse con el desconocido de al lado. Una punqui repetía hasta la saciedad "mierda, mierda" cuando un policía se llevó esposado a uno de sus compañeros.Cuando los bomberos tuvieron que intervenir para apagar el pequeño fuego prendido en el toldo de una tienda, sidra y champán habían hecho ya sus efectos. Este año, como los anteriores, los bomberos estuvieron atareados. Efectuaron una docena de salidas, a consecuencia de las gamberradas, aunque sin importancia.
Mientras la pirotecnia encendía cuatro letreros con un mensaje en los cuatro idiomas españoles -Naraboa, Felicidades, Zorionak, Felicitats-, los madrileños consumían en torno al millón de kilos de uvas, según Europa Press.
Después de casi dos horas quedaba en Sol un gran río de cascos rotos en medio y montones de confeti esparcidos por la manga gigante por todos los rincones. Prácticamente nada roto. La nueva imagen de la plaza quedó a salvo.
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