Ejercicios de supervivencia para ejecutivos
Una empresa alemana occidental envía a sus cuadros superiores a jugar a 'exploradores'
Una empresa de artículos sanitarios de la República Federal de Alemania (RFA) envía a sus ejecutivos, para mejorar su espíritu de equipo y agudizar su capacidad personal, a jugar a los exploradores en los bosques suecos, donde realizan ejercicios de supervivencia durante 10 días, lo que supone un giro espectacular de los habituales seminarios en las Bahamas, en los que los ejecutivos se relajan mientras discuten nuevas estrategias comerciales.
La experiencia de aprender a sobrevivir en la naturaleza está al alcance de los 300 ejecutivos de la sociedad Draeger -desde el consejero, delegado al capataz-, que tiene su sede en Lubeck, en el norte del país, y que el año pasado realizó una cifra de ventas de 825 millones de marcos y obtuvo 24 millones de marcos de beneficios fabricando material médico y diversos aparatos de respiración asistida para trabajos en lugares difliciles. Hasta el momento, unos 50 ejecutivos de la empresa -de los 6.500 empleados- han participado en estos grupos salvajes, pero la dirección de la empresa no desespera de convencer a la totalidad de sus ejecutivos.Los ejercicios son voluntarios, y los ejecutivos deben sacrificar tres días de sus vacaciones y dos fines de semana y pagar una cuota de 350 marcos (cerca de 23.000 pesetas). "No se trata de un caramelo para los buenos ejecutivos. Todos nuestros productos se relacionan con la supervivencia en medios difíciles, por lo que pensamos que una experiencia de este tipo es mas beneficiosa que un simposio en las Bahamas", explica el portavoz de la empresa, Welf Boettcher.
En las expediciones participan una quincena de ejecutivos bajo la dirección del responsable de la formación permanente y de un psicólogo. Tras un examen médico, el grupo se embarca para Suecia y se reúne en una base de operaciones que se encuentra en pleno bosque, en el parque de VaermIand.
Vestidos como leñadores y sólidamente calzados, los ejecutivos son recibidos por Preben Mortensen, un guía forestal, especializado en la organización de expediciones para oficiales del Ejército sueco. Tras un cursillo acelerado en el arte de encender un fuego sin cerillas y en el manejo de una canoa, el grupo se adentra durante una semana en la naturaleza, mochila a la espalda, con un material rudimentario compuesto por tiendas de lona y cacerolas y una reserva de copos de avena como avituallamiento.
El programa comprende, entre otras cosas, la travesía de ríos, la estancia en solitario durante 24 horas en una isla y el descenso de rocas en rapel. De esta forma se ha visto chapotear en un lago, el torso desnudo, a caballeros de sienes plateadas, más habituados al traje cruzado que a la ropa de fatiga.
"Uno se da cuenta en seguida de que está acostumbrado a ser mimado y que un menú a base de copos de avena reforzado por moras salvajes y regado con agua es dificil de soportar. Se producen protestas, gente que se niega a descender de una roca colgado de una cuerda. Todo esto forma parte de la experiencia" dice Boettcher.
"Los resultados de este tipo de viajes no se miden por el crecimiento de la cifra de ventas, al menos a corto plazo. Estas experiencias permiten esencialmente dos cosas: una reflexión del ejecutivo sobre él mismo y sus límites y un desarrollo del sentido de equipo. Es evidente que bajar por una torrentera en una canoa aproxima a dos personas que, en la empresa, son eventualmente rivales".
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