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Las previsiones de integración en Europa se han cumplido, según el secretario de Estado para la CE

El impacto del ingreso de España en la Comunidad Europea (CE) tiene interpretaciones diferentes. Mientras para la patronal CEOE las empresas europeas están restando mercado a las españolas y hace falta un plan integral para evitar lo peor, para el Gobierno no se ha producido nada peor a lo esperado. El secretario de Estado para la CE, Pedro Solbes, reconoce que se ha producido "un salto importante en las importaciones"; ello se debe, en buena parte, al tirón de la demanda interna.

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El año de la pelea

No sólo ha sido el comercio el único contratiempo. La CE, con la implantación del impuesto sobre el valor añadido (IVA) y la aproximación al alza de los precios agrícolas, ha aportado inflación a nuestra economía. De un año a otro, el diferencial de inflación ha pasado de tres a seis puntos, lo cual dificulta la capacidad de competir. El Gobierno está convencido de que se trata de un fenómeno de impacto, que no volverá a repetirse. Lo que no está claro es que vuelva a acudirse a la solución clásica de la devaluación, porque es algo que mejora la competencia exterior de nuestros productos, pero que también encarece los costes industriales.La balanza comercial entre España y los restantes países de la CE se ha convertido en un arma arrojadiza sobre los perjuicios o bondades de una competencias con menos trabas. Pedro Solbes entiende que lo que esgrimen los empresarios es una lectura derrotista y parcial de lo que realmente ha sucedido. El Gobierno no esconde que se ha producido una mayor penetración de productos europeos, porque con aranceles más bajos y menor fiscalidad han podido competir a precios más atractivos. Lo más sustancial de esa penetración además se ha concentrado en las compras de maquinaria de todo tipo, lo que es buena muestra de que la industria nacional ha aprovechado la ocasión para reequiparse hacia el futuro".

Aumentaron las compras

En los 10 primeros meses del año, las compras procedentes de otros países comunitarios han crecido un 29,64%. El déficit comercial que ello produce no trastorna gravemente nuestra economía, dadas las reservas actuales de divisas, superiores a 18.000 millones de dólares. Un coste de 2.000 millones no es en exceso preocupante. Pero ese aumento de importaciones tiene, según Solbes, explicaciones más concretas. Por un lado, está el incremento de las compras de productos agroalimentarios, que, aparte de la mala cosecha de este año, se justifica en el desvío de tráfico de terceros países a la Comunidad Europea por el régimen preferencial comunitario. Los ejemplos más claros son los aumentos en los últimos ocho meses del 795,2% en las importaciones de cebada y del 239,2% en las de carnes, a expensas de fuertes descensos en los proveedores tradicionales, como Estados Unidos y Argentina.

En el marco industrial destacan las compras de maquinaría de todo tipo, que crecieron un 31,67% y representan un 44,08% del total. Esta situación, según Solbes, demuestra que las "expectativas de los empresarios sobre el futuro de la economía no son catastróficas precisamente". El secretario de Estado no oculta que ha habido sectores claramente perjudicados como el de fertilizantes y la siderurgia, para los que se ha intentado buscar remedio.

El incremento de importaciones, según el Gobierno, está justificado en el aumento del consumo interno. El tirón de la demanda, de cinco puntos en los últimos meses, se ha repartido en un 3% para la producción nacional y un 2% para las compras exteriores. A ello hay que añadir los efectos de la reducción arancelaria y de la aplicación del IVA, que ha puesto fin a los beneficios fiscales. La cuadratura del círculo se completa con los desvíos de tráfico y con el mantenimiento del valor de la peseta frente a las principales divisas europeas, lo que ha hecho a los productos comunitarios relativamente más baratos para la peseta.

Lo que tampoco se dice, argumenta Solbes, es que las exportaciones hacia Europa han crecido un 5,79% en lo que va de año y que el comportamiento con los principales clientes ha sido bueno. Así, por ejemplo, las ventas a la República Federal de Alemania han crecido un 10,73%; las destinadas a Francia, un 8,53%, y las dirigidas a Portugal, un 45,97%. Los puntos negros son el Reino Unido, con un descenso del 9,59% (pero en este caso la peseta se ha apreciado un 11,5% frente a la libra esterlina); también Italia, Holanda, Bélgica y Luxemburgo han aumentado considerablemente sus ventas a España y apenas sus compras.

De acuerdo a los datos de Comercio, el panorama es malo en lo que se refiere a países distintos a la CE. El saldo comercial global muestra una caída del 3,1 % en las importaciones y del 6,13% en las exportaciones. Las compras se han beneficiado de la baja en la cotización del dólar y de la caída de los precios del petróleo, pero el comportamiento de las ventas si se tiene en cuenta que la representa la mitad de nuestro comercio, indica que el aumento exportador del 6% en el mercado comunitario tiene la contrapartida negativa de un descenso del 12% en lo referente a países terceros.

Las críticas de la patronal CEOE inciden en que se ha desperdiciado la inmejorable coyuntura internacional. En su opinión, el ahorro de 600.000 millones en las compras por petróleo ha tenido como destinatario casi exclusivamente el mayor gasto público, y del aumento de la demanda en Europa sólo se han beneficiado las empresas del resto de la CE. Admite que algunos sectores se han visto beneficiados, pero si el entorno de la economía mundial cambia, los problemas podrán ser graves. Exigen del Gobierno un plan de fomento de las exportaciones y una reducción de los cosets fijos de las empresas (flexibilidad laboral y cotizaciones a la Seguridad Social) para poder dar ese salto que nos permita competir con Europa.

La contribución a la CE

El año comunitario ha tenido otra polémica estrella: la contribución española a la CE. Aún es pronto para hacer un balance, y hasta finales de febrero no se conocerán las cifras definitivas. Pero Javier Areitio, de la CEOE, insiste en que, de acuerdo al dinero recibido de la Comunidad Europea y a la aportación española, el resultado será negativo en unos 15.000 millones de pesetas como mínimo. El Gobierno insiste en que el balance presupuestario será equilibrado, de 5.000 millones arriba o abajo.

La guerra tiene mucho de psicológico por la lectura que la opinión pública puede hacer de lo que significa estar en Europa. Pero es más importante, según la propia CEOE, la falta de una estrategia clara por parte del Gobierno, de una información precisa sobre todos los mecanismos por los que obtener dinero de las arcas comunitarias.

España tiene derecho, teóricamente, a recibir al menos lo que aporta. Una parte de esa recuperación se consigue a través de los fondos estructurales, como el social y el de desarrollo regional. Pero esas financiaciones comunitarias exigen que el Estado asuma la mitad del coste de la inversión. La aportación española a la CE irá creciendo con el tiempo. Ahora, la principal partida, el porcentaje de los ingresos por IVA, que ascendió este año a 289.000 millones de pesetas, se ve beneficiada con una devolución del 87%. Este reembolso irá descendiendo progresivamente hasta llegar a cero.

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