Toreros tragicómicos
Hubo nueva protesta en la sala por la tardanza de 80 minutos respecto a la hora señalada para la presentación de Los Toreros Muertos, banda madrileña que ha editado su primer álbum, 30 años de éxitos. Desde que interpretó aquello de Ya están aquí los toreros muertos, este trío abierto a otros músicos no perdió ni la atención ni la sonrisa.Pablo Carbonell, cantante, ironiza sobre el fatalismo del individuo y resulta gracioso, festivo, chistoso. Comunicador poco corriente, de extraño y ganso humor, ha logrado dominar la ejecución de los papeles de su propio repertorio en escena al son de las muchas músicas que sus compañeros tocan.
Una aportación
Los Toreros Muertos
Pablo Carbonell (voz), Many Moure (bajo y coros), Guillermo Piccolini (teclados), Javier López de Guereña (guitarra), Jimmy Ríos (percusión) y Antonio Calero (batería). Sala A Todo Madrid. Madrid, 19 de diciembre.
Se mueve en bailes y saltos espasmódicos más que voluntarios, a ritmos cómicos de salsa, de funk, de twist, de ska, de rock en definitiva. A veces parece que sus fraseos son forzados, quizá en favor de las historias y en detrimento de las melodías, pero se entiende sin esfuerzo alguno cada palabra que entona, y alcanza al público. A la frase de "y es que soy..." invitaba con el micrófono a la respuesta instantánea del coro popular que gritaba: "¡Un animal". Y luego dejó que los espectadores fuesen ellos mismos quienes iniciasen Mi agüita amarilla, curiosa narración sobre el ciclo de líquido inmundo que ha cuajado intensamente en la audiencia.Es curioso que sin tratarse de su objetivo artístico preferente, al menos aparentemente, la música riquísima en armonías y estilos de Los Toreros Muertos pueda llegar a ser una de las aportaciones más válidas y originales del panorama rockero español, gracias a la participación de los músicos arreglistas, que completan en directo un espectáculo muy vivaz.
Todos se esfuerzan por que la música pierda su misión de esclava -puede dar cierta impresión de que a la instrumentación no le da tiempo a desarrollarse suficientemente- y en su empeño ha de encontrar la fórmula equilibrada idónea.
Así realizó una parodia de un Papa Noel paupérrimo, una versión muy especial con la melodía de El tamborilero que se transforma en punk, como ya se ha hecho con otro clásico, My way, por Sex Pistols y Nina Hagen. Ahí se notó que la letra se había escrito tras la melodía, que el resultado salía favorecido. Tragicómicos, alegres y seguros, Los Toreros Muertos tendrán gracia por mucho tiempo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.