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Tribuna:LOS PROBLEMAS DE LA UNIVERSIDAD ESPAÑOLA
Tribuna
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El absentismo del profesorado

Este curso académico puede ser importante para el futuro de la Universidad española. Cuatro temas se perfilan básicamente para tener en cuenta en el ambiente positivo de reforma que se respira estos últimos años:1. El de la dedicación del profesorado.

2. La institucionalización y primeros pasos de los departamentos recién constituidos.

3. La reforma de los planes de estudio.

4. La conexión de la docencia y la investigación.

Voy a referirme solamente al primero de estos temas -la dedicación del profesorado-, que me parece tiene una especial relevancia, pues sobre los profesores debe recaer especialmente el peso de la realización de todas las reformas que la Universidad necesita. Quizá sea triste decirlo, pero el profesor universitario español es un gran absentista, aunque afortunadamente podamos encontrar algunas excepciones notables. Todavía hay un grupo muy numeroso de profesores que dedican muy poco tiempo a las tareas de investigación y docencia en la Universidad o que no aparecen por las facultades más que lo indispensable para dar las clases.

Para que las universidades sean un lugar eficaz de trabajo de los alumnos hay que conseguir que primero lo sean de los profesores. Podemos quejarnos con razón de la mala infraestructura universitaria en temas administrativos o materiales (limpieza, arreglos, etcétera), pero, al fin y al cabo, las personas que se dedican a estos menesteres están cumpliendo un horario de permanencia en los centros. Son prácticamente los únicos que están en la universidad de junio a octubre, o en los meses de Navidades y Semana Santa.

Parece como si el profesor que apareciera los otros seis meses del año a trabajar la mañana o la tarde estuviera cumpliendo con exceso. El resultado es que los departamentos, excepto en facultades experimentales con laboratorios, están con mucha frecuencia vacíos.

Hace pocos días me contaba con tristeza un profesor de una universidad pequeña que había gastado toda una semana en Madrid en el mes de septiembre para ver a dos de los cuatro profesores de su especialidad en un departamento de una universidad madrileña, después de haber empleado casi un día completo en concertar citas por teléfono con los cuatro; pues bien, en un viaje de dos días a Londres, en la semana siguiente, había conseguido estar con los siete profesores que deseaba de un departamento similar en The London School of Economics and Political Science, y había bastado una simple carta al departamento anunciando su visita.

Profesionalidad

Hay un objetivo claro a conseguir: la profesionalidad del profesorado. Quizá no sea suficiente con que estén habitualmente en los lugares de trabajo, pero parece una condición indispensable para poder desarrollar una tarea profesional al menos digna. Todo el esfuerzo de la autoridades acaemicas para potenciar a e icación y la profesionalidad del profesorado debe ser prioritario si se desea una reforma positiva de las tareas universitarias. El paso tan importante conseguido de dar a los docentes una estabilidad podría ser socialmente negativo si no se consigue la correspondiente dedicación.

El tema no es tanto administrativo como de hábitos y de valores. Es incomprensible que la tarea principal, no siempre conseguida, de un profesor al incorporarse a una nueva facultad o departamento con ganas de estar allí todo el día sea la lucha por conseguir un hueco material donde trabajar, o que se aconseje por las autoridades académicas buscarse la organización del trabajo en casa o en cualquier sitio fuera de la propia universidad, cuando la experiencia es -insisto- que las facultades y departamentos están con demasiada frecuencia vacíos. Los responsables de la política universitaria son los encargados de alentar y conseguir que los docentes centren cada vez más su esfuerzo en la investigación y ensep-anza en la Universidad lo más dentro posible.

El absentismo del profesorado universitario es escandaloso para los demás estamentos de la institución. Y cualquier reforma no utópica que intentemos hacer pasa por potenciar su dedicación. Los docentes constituyen el elemento básico de este motor de la sociedad moderna que debe ser la Universidad; de ellos hay que conseguir el primer paso para cualquier mejora de alma máter.

Antonio Lucas es profesor de Sociología de la universidad Complutense.

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