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Ruido de puñales en Teherán

La sucesión de Jomeini desata las intrigas interiores y el apetito extranjero sobre Irán

El secuestro de un diplomático sino en Teherán el pasado 2 de octubre; la detención, 10 días después, de un hijo y varios colaboradores muy próximos al gran ayatollah Hussein Alí Montazeri, designado sucesor único de Jomeini, y el anuncio del encarcelamiento del jefe del contraespionaje militar Iraní, coronel Melidi Kathebi, ponen de manifiesto la existencia de profundas tensiones dentro del régimen islámico. Una guerra civil latente por el poder se va dibujando cada vez más nítidamente en Teherán.

Tres hombres, tres bandos, luchan encarnizadamente por hacerse con las riendas del poder cuando sobrevenga la muerte del ayatollah Ruhollah Jomeini, de 86 años. El primero de estos tres es el propio Hussein Alí Montazeri, de 64 años, a quien la Asamblea de Expertos eligió en otoño del pasado año sucesor único de Jomeini como futuro guía de la revolución. Sus hombres en Teherán han sido muy poderosos.El más importante de ellos, Mehdi Hashemi, hermano de su yerno Hadi, era hasta el pasado 12 de octubre responsable del departamento de Movimientos de Liberación de la Guardia Revolucionaria, Pasdarán, brazo armado del régimen. Para Occidente, Hashemi sería el principal exportador de la revolución islámica.

Seis hombres armados, presumiblemente a las órdenes de Hashemi, secuestraron en Teherán durante unas horas al diplomático sirio Iyad el Muhamed. Siria es el principal aliado político de Irán en su guerra contra Irak, que dura ya seis años. Al mismo tiempo, Siria, aliada con la URSS, mantiene una posición hegemónica en Líbano, donde Irán aspira a ejercer un designio también hegemónico.

En una conferencia de prensa ante periodistas jordanos, Hafez el Asad, líder máximo de Siria, insinuó que el final de la guerra irano-iraquí pasa por un realineamiento de Siria con Irak. Todos estos hechos explican, para los seguidores de Montazeri, la retención del diplomático sirio.

El segundo personaje de esta historia es el hoyatoleslam Sayed Alí Jamenei, de 47 años, presidente de la República Islámica de Irán. Grave, apasionado y con sentido de Estado, artífice de la alianza entre Damasco y Teherán, Jamenei, que se hallaba muy mal situado políticamente hace sólo unos meses, ha sabido avanzar mucho en las últimas semanas en su carrera hacia el poder. Cuenta con poderosos aliados en el grupo hoyatieh, al que pertenecen, entre otros, el ex primer ministro y ayatollah Malidavi Kani; Mohsen Rezai, corresponsable de Pasdarán, y Mohamadi Reyshan, ministro de Investigaciones, una especie de policía política creada hace un año.

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"Los traidores..."

"Los traidores también se encuentran en las filas de las altas dignidades islámicas, pero debéis saber que el liderazgo que ejercen sobre las fuerzas armadas es sólo una orientación (ershad) moral, no de otro tipo", espetaba Jamenei en una entrega de despachos a oficiales del ejército de la Escuela Militar de Farahabad, el pasado 18 de octubre. Todos creen ver en estas palabras una alusión velada al tercer personaje de esta contienda.Alí Akbar Hashemi Rafsanjani, de 54 años, representante de Jomeini en el Consejo Supremo de Defensa y presidente del Majlis (Parlamento), era hasta hace unos días el más fuerte de los tres personajes. Vinculado siempre a Jomeini, Rafsanjani, capaz de hacer llorar a miles de personas que acuden cada viernes a oírle a la universidad de Teherán, es el más popular y poderoso de todos ellos. Por esta razón aspira a convertirse en el sucesor político real del anciano imán.

Los acontecimientos se han precipitado abruptamente. Jamenei y sus seguidores no aceptaron la sucesión unipersonal decidida el año pasado por los expertos a favor de Montazeri, hasta hace unos meses apoyado por Rafsanjani. Sin embargo, retrocedieron y esperaron.

El secuestro del diplomático sirio hizo al responsable de Investigaciones, Reyshari, dirigir una carta abierta a Jomeini y pedir su autorización para proceder contra los partidarios del sucesor. Jomeini acusó recibo y emitió una sentencia fatwa en la que admitía que Hashemi había delinquido gravemente. Reyshari le acusó de asesinato, secuestro y falsificación. "Pido que Dios limpie las manos de aquellos grandes que se han acercado a los viciosos y a los contrarrevolucionarios", agregó el anciano imán Jomeini, en aparente referencia a Montazeri.

Empero, todo el mundo pensó que Montazeri había caído definitivamente en desgracia. Rafsanjani tomó distancias adecuadas.

El equilibrio entre los amigos y los enemigos de Montazeri se rompió decisivamente a favor de los segundos. Rafsanjani parecía haber sorteado la prueba indemne, pero unas semanas después del discurso de Jamenei en la academia militar, un oscuro diario libanés soltaba una bomba dé potencia extraordinaria: Robert McFarlane, consejero de Ronald Reagan, viajó el pasado verano a Teherán y se entrevistó con altos dignatarios del régimen islámico.

Washington, vilipendiado por las autoridades islámicas, se presentaba en la capital iraní para hablar de rehenes, de armas y, casi con certeza, del futuro de Irán después de Jomeini. El asunto salpicaba a Rafsanjani, aunque también a algunos de sus rivales.

Unos días después, el Ministerio de Investigaciones anunciaba la detención del coronel Mehdi Kathebi , jefe del contraespionaje militar iraní, de cuya filiación nada se decía. Fuentes oficiosas de Teherán aseguran que el coronel pertenece a la sección militar del Partido Tudeh, comunista. Otras fuentes dicen que Kethabi, como muchos otros iraníes, no entendió los dos rostros de algunas personalidades del régimen, como el ayatollah Mahdavi Kani.

Este último se entrevistó en Canadá, en el invierno de 1984, con dirigentes monárquicos iraníes en el exilio, asesorados por funcionarios estadounidenses, hecho que inauguró los contactos entre Washington y Teherán. Según esta versión, Kathebi, indignado, filtró la información sobre el consejero presidencial McFarlane.

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