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NEGOCIACIÓN Y TERRORISMO

La credibilidad de Reagan, en entredicho

Francisco G. Basterra

La credibilidad de Ronald Reagan y de su política hacia Irán continuaba ayer en entredicho, a pesar de las explicaciones ofrecidas por el presidente a los norteamericanos en un discurso televisado en la madrugada del viernes (hora peninsular), en el que aseguró que no había "pagado un rescate" entregando armas a cambio de rehenes. Se ha tratado simplemente, dijo, de restaurar las relaciones con Irán, obteniendo "acceso e influencia" con elementos moderados del régimen islámico con vistas a la sucesión de Jomeini.

La primera reacción del Congreso ha sido desfavorable. El presidente desmintió como historias fantásticas las informaciones sobre utilización de "puertos españoles o italianos o marineros daneses" en esta operación clandestina, que se está convirtiendo en una de las mayores crisis de su presidencia.En ese proceso ha habido que entregar, explicó el presidente, que está sufriendo por este cambio de política los mayores ataques desde que llegó a la Casa Blanca, "modestas cantidades de armas defensivas", en ningún caso susceptibles de afectar al resultado de la guerra con Irak, como prueba de buena fe de que "Estados Unidos está preparado para sustituir la animosidad entre los dos países por una nueva relación".

Funcionarios gubernamentales dijeron que los suministros han incluido repuestos para los aviones F-14 Tomcat, cohetes tierra-aire y armas anticarro. El líder de la nueva mayoría demócrata en el Senado, Robert Byrd, afirmó ayer que lo ocurrido es un "importante disparate" de política exterior, y la explicación ofrecida por Reagan, "un juego de relaciones públicas". Incluso senadores del Partido Republicano calificaron las explicaciones de "confusas".

Reagan insistió en que su política antiterrorista de no hacer concesiones continúa vigente. "No hemos capitulado, ni nunca lo haremos, ante los terroristas", añadió.

Washington anunció ayer sanciones económicas moderadas contra Siria para mostrar su firmeza y recobrar la credibilidad perdida ante los aliados europeos, a los que Washington ha presionado para que rompan relaciones y aíslen a los países considerados terroristas. Entre las sanciones figuran las siguientes: controles sobre las exportaciones a Siria de productos relativos a la seguridad nacional, suspensión del acuerdo de transporte aéreo entre ambos países y cancelación de las visitas a alto nivel.

La Administración, al igual que hizo tras la cumbre de Reikiavik, lanzó ayer una intensa campaña de propaganda destinada a explicar por qué Estados Unidos ha roto su promesa de no negociar con Estados que amparan el terrorismo (cuando Washington estaba en pleno proceso de contactos secretos con Teherán, el presidente ' afirmó que Irán pertenecía, junto a Libia, Corea del Norte, Cuba y Nicaragua, a la compañía "Asesinatos Incorporada").

Objetivos distorsionados

Sus objetivos, que Reagan declaró que han sido distorsionados por la Prensa, han sido, precisó el presidente: restaurar una relación con Irán, conseguir un final honroso para la guerra del Golfo, detener el terrorismo apoyado por los Estados en Oriente Próximo y, "finalmente, conseguir la liberación de nuestros rehenes en Líbano".

El canal secreto de contactos con Irán continúa abierto, y la Administración aún confía en lograr la libertad de dos rehenes más, aunque la Casa Blanca teme que la publicidad dada a la operación dificulte una solución satisfactoria.

El presidente explicó a los norteamericanos que Estados Unidos condicionó los contactos con la teocracia de Jomeini a que "Irán se opusiera a todas las formas del terrorismo internacional".

Según el presidente, desde que se iniciaron las conversaciones, que llevó fundamentalmente Robert McFarlane, ex consejero de Seguridad Nacional, "ha hecho algunos progresos y no ha habido indicios de complicidad del Gobierno iraní en actos terroristas contra Estados Unidos".

Altos funcionarios dijeron ayer que creen haber llegado a un acuerdo con Irán, incluso se habla de un documento de Jomeini, para detener el terrorismo. 0ficialmente al menos, durante los 18 meses durante los cuales se ha desarrollado esta operación clandestina, Estados Unidos ha mantenido a Irán en su lista negra de naciones que apoyan el terrorismo.

El presidente dejó sin responder bastantes interrogantes en su discurso. No se refirió a las fuertes críticas al cambio de política expuestas por los secretarios de Estado, George Shultz, y de Defensa, Caspar Weinberger; omitió el papel de Israel, que ha actuado como intermediario de unos suministros que, en su mayor parte, han salido de los arsenales israelíes, y resultó confuso al tratar de explicar la coincidencia de las entregas de piezas bélicas y la liberación de tres rehenes.

Reagan, defendiendo la racionalidad estratégica de la nueva política, afirmó que "sin la cooperación iraní no se puede poner fin a la guerra del Golfo ni lograr una paz duradera en Oriente Próximo". El presidente recordó la posición estratégica de Irán entre la Unión Soviética y las aguas calientes del Indico y el golfo Pérsico. Washington está justificando su giro político como un intento de detener los intentos soviéticos de mejorar sus relaciones con Irán.

"Gran Satán"

Un restablecimiento de relaciones en el futuro permitiría a Estados Unidos recobrar las importantes instalaciones de espionaje electrónico de que gozaba en territorio iraní en la época del sha Reza Pahlevi.

Pero la intervención presidencial no disipa las dudas de que el presidente autorizó el envío de armas a Jomeini, que oficialmente sigue calificando a EE UU de "gran Satán", cuando se dio cuenta de que era el precio que había que pagar para que Teherán ayudara a liberar a los rehenes.

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