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La izquierda filipina desafía a la presidenta con la huelga general tras el asesinato de su líder

Antonio Caño

La presidenta de Filipinas, Corazón Aquino, afronta, cuando parecían desvanecerse los rumores de golpe de Estado, el reto de los sindicatos de izquierda, que han anunciado una huelga general para la próxima semana en protesta por el asesinato de su dirigente Rolando Olalia. Cory Aquino ha pedido serenidad a la población y ha anunciado la creación de una comisión especial investigadora para esclarecer la muerte de Olalia, cuyo cadáver, mutilado, fue encontrado el pasado jueves.

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El asesinato de Olalia, que algunos comparan ayer en Manila con la muerte en 1982 del líder opositor Benigno Aquino, esposo de la actual presidenta, provocó inmediatamente la suspensión indefinida de la reunión prevista ayer entre las comisiones negociadoras del Gobierno y la guerilla comunista, según anunció el ministro de Agricultura y uno de los tres representantes gubernamentales en estas conversaciones, Ramón Mitra.El ministro dijo que el Frente Democrático Nacional, brazo político de la guerrilla del Nuevo Ejército del Pueblo (NEP), le había hecho llegar una comunicación por la que suspendía indefinidamente las reuniones como respuesta al asesinato de Olalia. El encuentro de ayer debía ser el último y decisivo para la firma de un acuerdo de paz deseado desde hace tiempo por Corazón Aquino.

Tanto el sindicato Kilusang Mayo Uno como el Partido NG Bayan, izquierdista, ambos presididos por Olalia, han acusado del crimen al Ejército y al ministro de Defensa, Juan Ponce Enrile, y desafían a la presidenta a que "demuestre que el pueblo filipino puede encontrar justicia bajo su Gobierno".

Ambas organizaciones piden en un comunicado leído ayer en conferencia de prensa que Aquino tome definitivamente medidas contra Ios sectores militares que se han proclamado como un poder separado y han tomado el camino de la violencia contra el pueblo".

El mismo comunicado añade que "los autores de este asesinato no se equivocan en una cosa: habrá protestas y habrá acciones de masas". Ayer varios miles de personas se manifestaron ante la sede del cuartel general del Ejército y del Ministerio de Defensa para pedir la destitución de Ponce Enrile, al que intensos rumores señalaron la pasada semana como el cabecilla en una conspiración para derrocar a Aquino y acabar con el sistema democrático.

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Las dos organizaciones de las que Olalia era presidente han pedido a Aquino que castigue a "los militares que no mantienen la disciplina", porque de lo contrario éstos "continuarán cometiendo crímenes". Corazón Aquino manifestó el jueves a su regreso de Japón, donde permaneció cuatro días en una triunfante visita oficial, que no tiene previsto "por el momento" ningún cambio en el Gobierno, y añadió respecto a Ponce Enrile: "No es un enemigo de mi familia".

Cory hizo ayer una declaración al término de una reunión de su Gabinete en la que prometió poner "todos los recursos y todo el poder" de su Gobierno en la tarea de Ilevar ante la justicia a los asesinos de Olalia". Su primera medida ha sido la creación de una comisión investigadora, presidida por el ministro de Justicia, Neptali Gonzales, e integrada por cinco militares, uno de ellos un general retirado y otro un miembro del servicio de espionaje del Ejército.

Colaboración de Ramos

El jefe de las Fuerzas Armadas, general Fidel Ramos, garantizó su colaboración con esta comisión y aseguró que los investigadores encontrarán todo tipo de facilidades para desarrollar su misión entre los militares.Aquino declaró que quiere justicia en este caso, "cualquiera que sea el resultado de la investigación", pero opinó que no hay que señalar todavía a nadie como responsable del crimen. En una respuesta anticipada a los manifestantes, que por la tarde acusaron a Ponce Enrile del asesinato y se refirieron al caso en sus pancartas como el Ninoy 2, la presidenta de Filipinas dijo: "lnmediatamente después del asesinato de Ninoy [su marido], cuando yo todavía estaba en Boston, se me preguntó de quién sospechaba, y contesté que habría que conocer los hechos antes de decir nada. No acusé a nadie, aunque me lo preguntaron muchas veces". Cory hizo ayer también un intento de frenar las movilizaciones que se anuncian para la próxima semana: "En el funeral de Ninoy, cuando se me insistió en que marchásemos a palacio, yo me negué. Primero es la verdad y luego la acción".

El asesinato de Olalia abre un nuevo frente de desestabilización del Gobierno de Corazón Aquino, que se enfrenta a la peor crisis de sus 9 meses de mandato. Respaldada hasta ahora por el poder popular que la llevó a la presidencia en febrero pasado, Cory ha superado todos los intentos de la extrema derecha incrustada en el Ejército para derrocarla, así como el desafío personal del poderoso ministro de Defensa. Ahora, por primera vez, Aquino tiene que atender al mismo tiempo a los movimientos subterráneos de los golpistas y a la presión de la izquierda.

Un destacado dirigente del Partido NG Bayan comentaba ayer que la movilización anunciada "va a demostrar de qué lado está Aquino". "Nosotros", dijo, "no pretendemos desestabilizar a Aquino si ella demuestra que quiere investigar este asesinato, pero si el pacto a que ha llegado con los militares incluye que se puedan cometer actos de este tipo, entonces no vale la pena estabilizar nada".

No parece probable que los sindicatos y la izquierda se conformen con menos que la cabeza del ministro de Defensa. La disyuntiva para Aquino se presenta, pues, bastante clara: destituir a Ponce Enrile para asegurarse el respaldo popular, pese al peligro de golpe que eso puede generar, o mantenerlo aun a riesgo de desvirtuar el sentido de su Gobierno.

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