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Ex 'yonquis' evangelistas de San Blas predican a sus antiguos compañeros

Un grupo de 17 miembros del Centro Cristiano Betel, casi todos ex drogadictos y al menos siete de ellos vecinos de San Blas, predicó ayer en su barrio "la alianza y la relación personal con Cristo como el mejor remedio para dar sentido a sus vidas y abandonar la droga". Numerosas personas de toda edad y condición siguieron las palabras de los evangelistas con atención.

Raúl, un hombre de 28 años de edad, que ha vivido en San Blas desde los nueve años, ex drogadicto, es quien se dirige con más convicción al auditorio que se ha congregado frente al grupo de evangelistas, en un rincón de la calle de Alconeras, cerca del edificio de la comisaría. Allí han instalado sus aparatos de megafonía y conectado sus guitarras eléctricas, todo ello bajo una pancarta que pregona Drogas. ¿para qué?Frente al grupo de evangelistas, que cantan, escenifican pequeñas actos teatrales y rezan, se ha reunido un grupo numeroso de vecinos, algunos jóvenes drogadictos, personas maduras y niños. La actuación se sigue también con interés desde las ventanas cercanas. La megafonía está a toda potencia, y las prédicas de los sucesivos oradores se oyen en todas las calles cercanas.

Raúl cuenta sus propias peripecias, cómo tenía una idea equivocada de Dios: "Para mí, Dios era una cosa chunga, alguien que te vigilaba continuamente y te daba caña".

Ayer por la mañana estaban en San Blas; por la tarde, en Salamanca. No siguen un programa determinado. Combinan los actos en público con las actividades en su centro social, situado en el 131 de la carretera de Vicálvaro.

El mensaje es claro: "la relación personal con Dios, la confianza en Él, es el mejor remedio para dar sentido a la vida y por consiguiente, abandonar la droga". Su lenguaje, plenamente identificado con la jerga popular del barrio, es entendido perfectamente por el público, que aplaude las intervenciones y sigue el discurso con atención.

Acabado el acto público, Raúl cuenta cómo empezó a inyectarse heroína, como probó diversos métodos para dejar la droga, sin conseguirlo, hasta que recaló en el seno del Centro Cristiano. "Entre el público había al menos veinte drogadictos, y yo conozco personalmente a varios de ellos. Son mis antiguos colegas, con los que he robado y me he drogado".

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Raúl está convencido de la bondad de lo que hacen él y sus compañeros evangelistas, y no confía demasiado en los programas oficiales de rehabilitación de drogadictos. "Nosotros", continúa, "no criticamos a nadie, ni a la religión ni a la Administración. Nos limitamos a mostrar una salida real para los jóvenes. Al principio, el mensaje cristiano no les atrae, pero a la larga lo entienden, porque todo lo que han probado no les ha servido de nada".

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