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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El ángel exterminador

ESE BELLO, elegante hongo de los dibujos animados y de las ilustraciones de cuentos bajo el cual vive el gracioso y simpático gnomo está produciendo numerosos casos de intoxicación en España, de los que algunos han llegado a ser mortales. En los últimos tiempos el promedio de intoxicados es de 70 personas al año (79 casos en 1984; 73 en 1985; en lo que va de año son ya 30). Dos grupos especiales son sus víctimas: uno es de los domingueros, que en los días de humedad encuentran los frutos gratuitos y apetecibles, y no tienen preparación pata conocer su toxicidad (los medios caseros, como introducir en el guiso una cuchara o una moneda de plata para detectar el veneno, son absolutamente inútiles); el otro es de los habitantes de zonas deprimidas que salen al campo a buscar alimentos -cardos, espárragos silvestres, bayas- con que incrementar el pobre guiso de un par de patatas.Desgraciadamente, ni siquiera en el caso de las setas comestibles (hay en España varios centenares de variedades, y sólo 12 de ellas son tóxicas) sirven para la verdadera alimentación: el 90% de su contenido es agua; el 5%, hidratos de carbono, y un 3%, proteínas. Solamente engañan el hambre. Su valor real es el fino toque de gourmet para acompañar la carne y la caza, pagado a veces con esnobismo señorial (la trufa, forrna misteriosa y oculta bajo tierra que sólo pueden olfatear algunos animales adiestrados, está hoy a 22.500 pesetas la lata de 200 gramos). Pero para el gastrónomo no hay riesgo, ni para el consumidor medio: las setas que se venden en el mercado y en los restaurantes son de cultivo, aunque a veces se anuncien como de bosque: el precio de la seta silvestre sería inasequible para el consumo masivo. De todas formas, en los mercados y en las conservas hay una inspección de un botánico que, junto a la del veterinario, impediría cualquier irregularidad. Hasta ahora no se conoce ninguna denuncia.

¿Qué se puede hacer para impedir estas intoxicaciones generalmente mortales? Poca cosa. El Instituto de Toxicología -un organismo que depende del Ministerio de Justicia- está enteramente al día, y envía frecuentemente folletos e informes a las publicaciones y a las casas comerciales que puedan manejar productos tóxicos; también indica a los médicos los progresos en materia de antídotos. Son pocos y escasamente íÍtiles, porque los síntomas aparecen bastante tiempo después dé la ingestión: el ácido tióctico para la Amanita Phalloides -que en algunos fólclores, como el inglés, tiene el nombre de ángel exterminador-, el panteréctico para la Pantérida, la atropina para aquellas cuyos síntomas se manifiestan con sudores.

A veces la ingestión en una sola vez de varias especies de tóxicos diferentes hace imposible la labor del médico, si es que dispone de medios que vayan más allá del lavado de estómago. El más reciente sistema es el de la depuración por un sistema parecido al de la hemodiálisis (hacer pasar la sangre del enfermo por un cartucho de resina Axada 4), pero sólo se encuentra en dos hospitales públicos: en Barcelona -donde la búsqueda deportiva de setas es muy frecuente, y está dirigida por una asociación de micología- y en Valladolid. La idea de colocar carteles con figuras de las setas venenosas en las zonas de bosque es imposible, no sólo por la inestabilidad de estos carteles, sino por la enorme cantidad de lugares en que habría que colocarlos, porque las setas aparecen en todas partes.

Generalmente, los aficionados -que en España se centran en Cataluña, principalmente, pero que en países como Francia y Suiza son legiones- y los habitantes de las zonas rurales conocen perfectamente la toxicidad de las especie! señaladas. Pero en muchos casos es imprevisible; muchas especies sólo actúan en condiciones especiales, como en los guisos con otras materias -donde pueden contagiar a los otros afimentos- o unidas a la ingestión de alcohol. Hay hongos que sólo producen efectos alucinógenos: algunos escépticos en materia religiosa pretenden que ciertos lugares donde se producen aparentes milagros -pastorcillos que ven vírgenes o santos- son ricos en estos hongos y que la ingestión de estos hongos produce, maravillosos efectos místicos.

Lo que se puede decir hasta ahora es que la seta de consumo normal en mercados, conserva o restaurante, carece de riesgo; y que para evitar los otros accidentes es precisa la multiplicación de las informaciones a los médicos de las zonas rurales y la posible extensión de losántídotos y de las formas de diálisis al mayor número de hospitales posible. La coincidencia en estos días de varios accidentes por ingestión de setas venenosas no supone un aumento espectacular y se encuentra dentro de los grados de morbilidad de años anteriores.

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