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Las elecciones municipales en Perú medirán la popularidad del presidente Alan García

Antonio Caño

Tres candidatos con idénticas posibilidades disputarán el próximo domingo la alcaldía de Lima en unas elecciones municipales que servirán como termómetro para medir la popularidad del presidente peruano, Alan García, 16 meses después de su acceso al poder. Todo el interés de los comicios está dirigido a la cerrada pugna por la alcaldía de Lima, ciudad que, con más de cinco millones de habitantes, alberga casi la tercera parte de la población de un país enormemente centralizado.

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El actual alcalde de la capital peruana, Alfonso Barrantes, de la Coalición Izquierda Unida; el ex alcaIde derechista limeño Luis Bedoya; y Jorge del Castillo, candidato de la gubernamental Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), llegan a la fecha electoral con la misma opción de victoria, según las encuestas publicadas hasta ahora.La campaña electoral no se ha visto particularmente afectada por incidentes de gravedad, aunque la información sobre las actividades de los candidatos compite cada día en los periódicos con noticias sobre la sangría que sufre el país como consecuencia de la violencia política. Sendero Luminoso, la organización armada de mayor presencia en Perú, no ha participado todavía en estas elecciones.

El presidente Alan García ha viajado en las últimas semanas a varias ciudades del país con intención de asegurar el probable triunfo del APRA a nivel nacional. Esa victoria, por otra parte, reduciría el efecto negativo que podría tener una eventual derrota del candidato aprista en Lima.

Jorge del Castillo, un hombre desconocido y falto de carisma, estaría probablemente derrotado de antemano si no formase parte de la lista del partido del Gobierno, pero la sombra de Alan García puede proyectarse lo suficiente sobre su candidato como para que éste obtenga el triunfo el próximo domingo. Sin embargo, Alan García, tal vez temeroso de una derrota, no ha querido hasta el momento ligar demasiado su imagen a la de Del Castillo y ha preferido no volcarse en respaldo del candidato aprista.

La derrota de Del Castillo sería el revés más serio que sufriese hasta ahora Alan García, cuya imagen apenas se deterioró internamente como consecuencia de la matanza de presos del grupo guerrillero Sendero Luminoso el pasado mes de junio en dos penales de Lima.

Las dificultades de Del Castillo son mayores en cuanto tiene que enfrentarse a dos verdaderos pesos pesados de la política peruana: Barrantes, cuya gestión de tres años en la alcaldía de Lima nadie ha podido criticar, y Bedoya, único bastión actual de la derecha peruana y al que muchos recuerdan todavía como el mejor edil que ha tenido la ciudad de Lima.

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Barrantes se parece cada día más al Tierno Galván de los mejores momentos. Su oratoria pausada, inteligente e irónica, su imagen de sencillez y honestidad producen un impacto indiscutible tanto en los sectores humildes del país como en personas independientes de otras clases sociales que ven en el presidente de Izquierda Unida simplemente a un buen hombre en el que se puede confiar.Contra Barrantes pesa el lastre de una coalición más enfrentada internamente que nunca, en la que conviven partidos de izquierda moderada con otros que justifican la violencia de Sendero Luminoso. Es inevitable que, si Barrantes pierde, Izquierda Unida salte en pedazos, dejando a una tercera parte del país sin más expresión política que Sendero Luminoso. Tampoco es probable que la coalición se mantenga en caso de victoria de su presidente pero, en esta última hipótesis, Barrantes tendría poder suficiente como para aglutinar en torno suyo una opción de izquierda con implantación.

El tercer candidato en liza, Luis Bedoya, ha echado el resto en esta campaña, consciente de que el próximo domingo se juega tal vez su última oportunidad como dirigente político. Bedoya es un buen comunicador y un político hábil que ha sabido presentarse a estas elecciones como única alternativa de oposición.

Se disputa con Barrantes los votos de quienes quieren evitar el monopolio del poder por parte del APRA, pero tiene en su favor el que su desvinculación con el Gobierno es mucho más clara que la del líder de Izquierda Unida. Bedoya representa, sin embargo, una corriente política, el centro-derecha, que no se ha recuperado todavía de la barrida sufrida en las elecciones presidenciales del pasado año.

La formación de Bedoya, el Partido Popular Cristiano, no ha conseguido nunca ser una organización con base popular y su imagen está demasiado ligada a la defensa de los intereses de la oligarquía nacional.

Los temas centrales de preocupación durante la campaña en Lima han sido los propios de una ciudad donde más de la mitad de la población se encuentra en situación de pobreza. Todos los candidatos se han ocupado primero de la alimentación. En 1983 Barrantes obtuvo el triunfo gracias a la promesa de dar un vaso de leche a cada niño de la ciudad.

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