Angelitos en Nicaragua
Vengo leyendo estos días los artículos que el señor Comas manda desde Nicaragua como enviado especial de EL PAÍS, y, francamente, cada día debo hacer un esfuerzo más grande que el anterior para seguir haciéndolo. No obstante, he decidido que con una dosis de buena voluntad y antivomitivo se puede leer entre líneas, al revés de lo que dice, y tal vez el esfuerzo no sea vano y termine enterándome de lo que realmente pasa.Cualquier lector que no siga el tema de Nicaragua habitualmente llega a la conclusión, a la vista de dichas informaciones y de otras vertidas en otros medios de comunicación (por ejemplo, Televisión Española), de que los nicaragüenses son unos malvados que van a juzgar al pobre Hasenfus como si fuera un criminal, cuando en realidad es un turista que pasaba por allí.
Hemos llegado a un punto en el tratamiento de la información que ya no es noticia que Hasenfus haya sido encontrado con las manos en la masa y que su familia lo haya vinculado a la CIA y que él lo haya reconocido públicamente, sino que la noticia es que, supuestamente, al pobrecito no le aplican los convenios internacionales sobre prisioneros de guerra, que la justicia nicaragüense no es justa, que a su abogado no le dejan ver al prisionero... Vamos, que los nicas son los malos, y Hasenfus, un angelito.
Yo propongo al embajador de Nicaragua en Madrid que pida públicamente perdón por haber derribado el avión de la CIA y haber capturado a Hassenfus e intentar juzgarlo públicamente. Reconocer también que los nicas están equivocados al pensar que tienen derecho a su soberanía como pueblo y a luchar contra EE UU. Confiese, señor embajador: son ustedes, unos malvados.
El señor Comas llega, en fin, a manipular la información sobre un cara al pueblo de forma descarada (EL PAÍS, 27 de octubre), como si a Daniel Ortega le hubiesen pillado cagando cuando se comentó por los sindicatos el tema de la economía, la carne y otros. Se le olvidó decir que la relación del presidente de Nicaragua con la gente es una cosa habitual y que precisamente la posibilidad que tiene el pueblo de decir al Gobierno lo que piensa, sin intermediarios, y que además se le haga caso, denota una originalidad de Nicaragua que ya quisieran para sí muchos pueblos del mundo.
De verdad, señor director, hay muchos días que su periódico da asco.-
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