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En busca del monopolio europeo

Gracias a miles de terminales, a centenares de kilómetros de cables y a millones de teléfonos instalados en Londres a lo largo de los últimos meses, la City será capaz de hacer frente, con sólo apretar un botón, a la negociación de acciones, bonos públicos, obligaciones y materias primas a lo largo y ancho del mundo.El objetivo de la Bolsa de Londres, a medio camino entre Tokio y Nueva York desde un punto de vista geográfico y, por ello, desde un punto de vista horario, es convertirse en el único representante europeo de un mercado global en el que astronómicas sumas de dólares, marcos o yenes cambian todos los días de manos e incluso de continentes, en busca de los mejores tipos de interés o de las inversiones mejor remuneradas.

La Bolsa de Londres, con unas ganancias de 7.500 millones de libras (unos 1,4 billones de pesetas) en 1985, registra en los últimos tiempos unas cifras de negocio diario superiores al de las demás bolsas europeas juntas. Ahora, abriendo sus puertas a los profesionales extranjeros en pie de igualdad con los nacionales, la City espera duplicar o incluso triplicar su contratación de aquí al final de la presente década.

Para ello, los responsables del Stock Exchange esperan que baste con concentrar sus actividades en los títulos de las 30 principales sociedades de Europa, con lo que acapararán así el 30% de la cifra de negocios del continente. Aunque parece muy probable que los recién llegados a la City, los poderosos brokers norteamericanos y japoneses, no se contenten sólo con esa proporción. De momento, la firma Phillips & Drew, que se ha unido a la Union de Banque Suisse, propone extenderse al tratamiento de 350 sociedades, entre las que estarían incluidas. las 200 más importantes del mundo.

Mercado continuo

Esta liberalización de cara a las firmas extranjeras, junto a la desaparición del intermetocliario o jobber, así como a la modificación de la contratación de los titulos públicos, del mercado monetario, del de renta variable y la puesta en marcha de una ley de servicios financieros, configuran en la práctica este largo, proceso de cambio que se ha dacio en llamar big bang. El objetivo es siniplificar y faciliar la gestión de iiiversiones y el tráfico de valores.

Desde un punto de lásta técnico, quizás lo más llamativo, porque además coincide en el tiempo con los intentos de la Bolsa de Madrid en este sentido, sea la introducción de un mercado continuo para cinco valores, aunque en este caso no se trate de aquellos de mayor frecuencia de contratación.

De esta forma, y a pesar del apagón informático inicial, no es extraño que el optimismo presida las actividades de la City. La agencia France Presse: recogía ayer la significativa reaccíón de un broker: "El big bang hoy es poca cosa, ¡pero espere: a ver lo que va a dar de sí mañana la globalización del mercado!".

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