Defensa del lector
Le escribo para hacerle patente mi más sincero agradecimiento por su decisión de crear en EL PAÍS la novedosa figura del defensor de los derechos del lector. Ismael López Muñoz, que encarna esa figura, aparece semanalmente el día del Señor para relatarnos con agilidad, encanto y pericia las gestiones realizadas para cumplir con su papel.A mí, sinceramente, me interesa muchísimo lo que dice y cómo lo dice. Gracias a sus relatos cuento hoy con un mejor conocimiento del entramado interno de su periódico, cometido para el que, hasta el nacimiento del Ombudsman, sólo contaba con las deducciones que me permitía hacer la suerte corrida por mis cartas.
Para mí, más que una defensa de mis quebradizos derechos de lector, en la que nunca llegaré a creer en serio, por más que haga el señor López, sus trabajos tienen el valor de valiosas calicatas.
Su última intervención, titulada La 'loto' y la violación del derecho a la propia imagen, y que apareció en el número de EL PAÍS correspondiente al pasado día 12 de octubre, ocupa un espacio que dobla el usual y constituye, en mi opinión, una muestra especialmente representativa de lo que siempre había esperado de esta institución: la defensa inequívoca de los derechos de la empresa en la que presta sus servicios.
Perdóneme que le diga con frontal franqueza que somos muchos los lectores que pensamos que los reclamos que EL PAÍS hace en favor de la moral y los principios, sin duda sinceros para muchos de sus trabajadores, sirven a la sociedad mercantil que produce el periódico como una herramienta más para la consecución de sus legítimos intereses empresariales. Si tal herramienta no funcionara, o fuera poco útil, con segurÍdad no la emplearía.
A lo que se ve, EL PAÍS tiene de la defensa de los derechos de sus lectores la misma idea, cínica y clásica, que tenía el fénix Lope de Vega: "El vulgo es necio, y pues lo paga...". Después de la contundente
Pasa a la página 14
Defensa del lector
Viene de la página 13 defensa de los derechos de la empresa, que al parecer coincide con la masa de sus clientes, a que nos ha sometido nuestro sedicente defensor, la imagen que sus asiduos lectores tenemos del periódico ha mejorado sensiblemente, esto es, se ha hecho más precisa y nítida.
Para decirlo de un modo muy resumido, son ustedes humanos, demasiado humanos, y en ello no hay delito alguno.
Pero acuérdense de ello cuando estén en el trance de levantar la palmeta moralizante para golpear a discreción.. No olviden tampoco el cuento bíblico de la viga y la paja.- Francisco Muñoz de Escalona.
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