_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Despedida y cierre

LA LARGA agonía de José María Calviño en las últimas semanas de su permanencia interina como director general de Radiotelevisión Española no ha podido ser prolongada ni por él ni por quienes le incitaran a aludir a la, "quebradiza salud" de su sucesora en su última comparecencia parlamentaria. En esta comedia de los errores que viene siendo RTVE, el hasta ayer director general pudo pensar que su eventual continuidad -apoyada por sectores vecinos al vicepresidente Guerra- se justificaba por la proximidad de las elecciones autonómicas vascas. La obediencia al poder de Calviño ha rebasado las expectativas más optimistas por parte del Gobierno, y para ese tipo de menesteres electorales José María Calviño parecía el vicario adecuado: no se tenía que aprender lección alguna. El servilismo que ha demostrado al Gobierno culminó con el referéndum sobre la OTAN y de las últimas elecciones legislativas.Pero si la simple propuesta de la continuidad de Calviño ha constituido un ejemplo del desprecio con el que el poder ha manejado los hilos de la televisión pública, el proceso de su sustitución muestra el desdén por el organismo al que legalmente tiene que escuchar el Gobierno para nombrar al director general. Ha sido el viejo Consejo de Administración del Ente Público RTVE, que sigue interinamente en funciones, el que aprobó la propuesta del nombramiento de Pilar Miró. Y será luego otro consejo, presuntamente adecuado a los intereses y a los objetivos de la nueva directora general, el que asista a la gestión que ahora se inicia. Por lo demás, no interesa demasiado la futura composición de ese organismo, una de las entidades más vacías de contenido, infladas de presupuesto e inservibles del aparato institucional.

Los que apoyan a Calviño, que los ha habido, e incluso los que han deplorado su presencia al frente de RTVE coinciden en que uno de los objetivos de su gestión -el saneamiento económico- al menos se ha cumplido. Hoy RTVE es una empresa que subsiste económicamente, desprovista incluso de la subvención que antes le otorgaba el Estado. Muchos silencian en cambio que eso se ha hecho mediante una gestión unilateral y monopolística del mercado publicitario, sobre el que RTVE ordena y manda en tarifas y tiempos. Y silencian también que el recorte de gastos no se debe a una adecuada política empresarial, sino a una parálisis, de la producción propia, a base de comprar programas y películas casi de saldo. Por lo demás, sólo una auditoría externa podría indicarnos cuál es la verdadera situación económica de RTVE, que mantiene intacta una plantilla de cerca de 12.000 trabajadores, y cuáles serían sus posibilidades de supervivencia si compitiera con otras televisiones.

Calviño ha puesto en marcha la televisión matinal y ha logrado convertir a TVE en un importante apoyo de la industria española del cine. Asimismo ha hecho esfuerzos por adecuar la programación de películas a los apetitos de la audiencia y no al de los censores que perviven en España. Se arriesgó con El imperio de los sentidos y acometió la aventura económica de Lo que el viento se llevó. A cambio de ello permitió que los socialistas nombraran y destituyeran a los responsables de la información, impusieran programas y eliminaran invitados, contribuyendo a consolidar la imagen de que nada de lo que segrega RTVE nace sin el beneplácito de quienes ocupan la Moncloa.

Es dificil olvidar algunos de los episodios famosos por los que ha transitado esa obsesiva apropiación que el Gobierno ha hecho de Prado del Rey, pero el que los ejemplifica todos es el que protagonizó José Luis BaIbín, primer director de informativos de Calviño y director de La clave, que simuló, incitado por sus jefes, una enfermedad para suspender un espacio al que había sido invitado un ex miembro del PSOE caído en desgracia. La constancia de que toda la comedia había sido diseñada en los pasillos de la Moncloa echó por tierra cualquier expectativa de que aquella televisión fuera a ser la del cambio.

En esa sucesión de despropósitos, el Gobierno nombra a la sucesora de Calviño en las mismas condiciones en que éste ha actuado, con las mismas armas y con iguales bagajes, porque sigue intacto el estatuto de RTVE que el Ejecutivo prometió reformar y por que la Moncloa se ha empeñado en que resulte aún más obvio que es allí donde se originan las órdenes por las que camina RTVE: Pilar Miró llega a su cargo personalmente requerida por el presidente González. Es verdad que ella no se caracteriza por tener un aire acomodaticio, e incluso se cuenta en su haber con una dimisión, que no es moneda corriente en la Administración española. Pero es notorio que va al cargo por que así se lo ha pedido el presidente. Por lo demás, Pilar Miró es una profesional con gran experiencia del medio. De sus cualidades puede y debe esperarse una gestión eficaz, aunque difícilmente la solución a los males de RTVE. Y decimos esto porque no creemos que dichos males se deban a la actividad de los diversos directores generales, sino a defectos estructurales que apenas estaría en su mano corregir.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_