Agresión anticuada
Me siento en el deber evangélico de comunicar a don Jaime González Galilea que la agresión por la que se muestra tan ofendido en su carta a EL PAÍS del pasado día 8 de octubre lleva un considerable retraso. Se refería el citado señor al carácter defectivo del verbo agredir.Voy a citar textualmente su escrito para ayudarle en lo posible a atemperar su apasionamiento: "Las formas agreda, agreden y similares no es ya que sean incorrectas, sino que en español no existen".
Informo al señor González: la Real Academia Española ha suprimido hace ya tiempo la calificación de defectivo para dicho verbo. Es decir, que esas formas inexistentes existen al menos desde hace ocho o 10 años, por lo que su indignación se me antoja algo anticuada.
No voy a detenerme en otros comentarios gramaticales a su carta; todos podemos cometer errores. Sin embargo -y para frenar un poco la ola de gramáticos furibundos-, me gustaría citarle aquí a un estudioso que considera con mayor moderación estos asuntos de la lengua: "(...) no está de más recordar que los acuerdos académicos ni tienen carácter de leyes, ni poseen validez intemporal, ni pueden aspirar a otra cosa que a registrar los usos más extendidos y aceptados en el mundo hispanohablante" (Manuel Seco, Diccionario de dudas de la lengua española, Madrid 1979, página 519).-
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