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TRAS LA 'CUMBRE' DE REIKIAVIK

La Internacional Socialista teme que la SDI impida reforzar la seguridad en Europa

El presidente del Gobierno, Felipe González, fue el principal responsable del tono de moderación impuesto al documento sobre la cumbre de Reikiavik en la reunión del Consejo de La Internacional Socialista (IS), que concluirá hoy en Bonn. González tuvo el miércoles una intervención a puerta cerrada con los líderes socialistas europeos que determinó la retirada de las propuestas de condena explícita a la actitud norteamericana en Reikiavik, según aseguraron a EL PAÍS fuentes de diversas delegaciones. "Una mayor seguridad, especialmente en Europa, no puede frustrarse por un programa de investigación que posiblemente nunca llegue a ser realidad", dijo la IS en relación con la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI).

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Esta es la única crítica implícitamente dirigida a Washington en el documento resultante de la reunión del grupo europeo de la IS y hecho público ayer. El documento de la Internacional Socialista lamenta que no se llegara a un acuerdo en la capital de Islandia "a causa de la intransigencia mutua respecto a la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI)".El jefe del Gobierno español partió ayer por la mañana hacia Lausana para expresar allí su apoyo político a la candidatura de Barcelona como sede olímpica en 1992. El documento acordado por los líderes europeos de la IS, entre ellos varios jefes de Gobierno, urge a las dos superpotencias a proseguir los esfuerzos para lograr avances reales en el proceso de desarme e insiste en que no deben bloquearse posibles acuerdos para la retirada total de misiles de alcance intermedio por falta de acuerdo en otros sectores armamentistas, como el estratégico.

El documento expresa el apoyo de la IS a los proyectos de desarme regional, como el de una zona desnuclearizada en Europa propuesto por la Comisión Olof Palme, y solicita de la Alianza Atlántica la pronta respuesta a la propuesta de desarme convencional hecha por el máximo dirigente soviético, Mijail Gorbachov, en Budapest, el pasado mes de junio. Para lograr una presencia europea en las negociaciones sobre armamentos que afectan al Viejo Continente, la IS propone una conferencia de países que no poseen armas nucleares.

La redacción de este documento estuvo precedida por un largo y movido debate. Algunos líderes socialistas insistieron en que la IS debía pronunciarse con claridad en contra de "la obstinación del presidente Reagan en proseguir con el programa SDI" y la responsabilidad que según aquéllos recae sobre Washington, a quien consideran único culpable de que no se cumplieran las expectativas de Reikiavik. González impuso su criterio de evitar un sentimiento de frustración que, dijo, se debía a las expectativas exageradas ante la cumbre.

Pragmatismo

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Otros dirigentes, sobre todo meridionales, como la italiana Margherita Boniver y el portugués Vitor Constancio, pero también el holandés Wim Kok, apoyaron lo que se ha calificado en la reunión de Bonn como la actitud pragmática de Felipe González, que ha evitado la condena al presidente Reagan.

Felipe González intervino ayer, poco antes de dirigirse al aeropuerto, ante el pleno del Consejo de la IS con un discurso en el que explicó la política heterodoxa del PSOE en el poder, cuyos principales objetivos habían sido hasta ahora la consolidación de la democracia y la superación de la crisis económica.

El jefe del Gobierno español insistió en la necesidad de un desarme bilateral "equilibrado y verificable" de ambos bloques. Éste, según dijo, no interesa sólo a Europa, sino también al Tercer Mundo, ya que la tensión Este-Oeste impide afrontar con decisión los problemas del diálogo Norte-Sur.

González se manifestó, además, convencido de que la URSS "quiere y necesita" una negociación y de que su disponibilidad actual es sincera. Por ello advirtió contra las posturas de dureza y se manifestó a favor de "aprovechar el momento" para lograr avances en el desarme.

El líder laborista británico Neil Kinnock presentó ayer su ponencia sobre Economía y medio ambiente, en la que esbozó una estrategia ofensiva de la socialdemocracia para afrontar los problemas de la reestructuración industrial, con especial atención al medio ambiente. Se declaró solidario con los sectores sociales más débiles, que, según dijo, sufren más la degradación ambiental en su puesto de trabajo y en su entorno, sin posibilidad de huir, como las clases altas, a zonas de mayor calidad ambiental.

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