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La tierra sigue temblando y el número de muertos aumenta en El Salvador

Los temblores de tierra continúan en San Salvador, provocando el pánico en la población, mientras el presidente democristiano, José Napoleón Duarte, anuncia que el número de cadáveres enterrados asciende ya al menos a 976. Dos personas, un hombre y una mujer joven, fueron rescatadas el lunes con vida de un edificio derribado en el centro de la capital.

Duarte, como hace a diario desde el terremoto, se dirigió la noche del lunes al país, a través de la radio y la televisión. El presidente adopta en estas comparecencias un tono paternal. Da consejos, amonesta y advierte contra los peligros.En un punto ha tenido razón: el país sigue temblando. En la tarde del lunes (madrugada del martes en España) se registró un temblor de 5,4 grados en la escala de Richter. En la madrugada del martes hubo otro.

Duarte reconoció que el Gobierno sólo cuenta con 15 camiones cisternas, y otros cinco que prestó Guatemala. Por las calles de San Salvador se forman inmensas colas de gente que espera el agua, y a veces se ven escenas de alegría de gente que se moja con agua y se refresca en medio del calor fuerte ,del mediodía. Por las tardes viene la lluvia, y el problema es guarecerse. Por eso, el Gobierno ha insistido en las peticiones de plásticos que sirvan para defenderse de la lluvia.

También aconsejó Duarte tomar precauciones para evitar la contaminación, que podría producir una epidemia, y dijo que todos tenían que procurar "enterrar sus excretas" cuando lo hagan en la calle. Además de Duarte, la guerrilla, a través de su emisora clandestina Radio Venceremos, aprovecha la oportunidad para atacar al Gobierno y a Duarte. Así, dijo la tarde del lunes que la tregua continúa, y trata demostrar las deficiencias en la asistencia a los damnificados como una muestra de la incapacidad del Gobierno de Duarte.

Un símbolo de la dureza de los, terremotos padecidos por El Salvador es la práctica destrucción de la Embajada de Estados Unidos, que era un auténtico bunker. Los portavoces de Prensa de la embajada permitieron una visita a un grupo de sólo dos periodistas, porque la estructura no permite que más de cuatro personas anden por los pasillos. Según el informe de estos periodistas, la estructura ha quedado completamente dañada. La parte sur se hundió unos 25 centímetros. La sección consular ha quedado destrozada. Hay grietas por todas partes, las lámparas están inclinadas y se advertían por el suelo los retratos de algunos antiguos embajadores. Hay cristales rotos, bolsos y objetos personales de los funcionarios abandonados por las oficinas, debido a que el personal desalojó a toda prisa la embajada el día del terremoto fuerte.

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Víctimas norteamericanas

Dos ciudadanos norteamericanos murieron por el terremoto, y un tercero se encuentra entre las ruinas del antiguo gran hotel San Salvador. El establecimiento había dejado de funcionar hace varios años, pero su propietario, Harry Jacobson, de 71 años, iba de vez en cuando a El Salvador para mantener el edificio. En el momento del terremoto se encontraba allí- y quedó sepultado. Unos metros más allá, en el edificio Rubén Darío, se rescató con vida el lunes a dos personas: una secretaria de 25 años, Marisol Flores,-y un hombre joven.Se han perdido las esperanzas de que queden sobrevivientes, y por la zona se extiende, cada vez más fuerte, un nauseabundo olor a cadáver. Con gesto impasible, está al lado del Rubén Darío una mujer esmirriada y morena, sentada en una silla, junto a un niño de unos ocho años. Es la esposa de Roque Monterrosa, un hombre que tenía su negocio de cinturones y productos de cuero al lado del edificio destruido. En el terremoto quedaron allí atrapados cuatro de sus hijos, entre 9 y 15, años. El lunes ya se habían rescatado tres cadáveres, y faltaba el cuarto. Monterrosa pudo escapar con vida.

De forma dramática, alguna gente dice con lágrimas en los ojos: "Nos olvidamos de los niños". En la reacción instintiva de huir, los adultos dejaron las casas y olvidaron a los niños, que quedaron sepultados. Poco después del temblor de la tarde del lunes, el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, general Adolfo Blandón, se dirigió a la población para pedir que mantenga la calma. Advirtió contra los que propagaban falsos rumores y denunció que grupos de ladrones organizados lanzaban rumores de que iba a entrar en erupción el Cerro de San Jacinto. Esto provocó que muchas personas abandonasen sus casas, lo que fue aprovechado para saquear.

El lunes llegó el avión Hércules C-130 con la primera ayuda española, que consiste fundamentalmente en medicinas. También llegaron 21 bomberos del Ayuntamiento de Madrid.

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