Un grupo de gamberros arrasa el parque de Villa Rosa
El parque de Villa Rosa, en el distrito de Hortaleza, amaneció con más novedades de las previstas. Varias papeleras estaban arrancadas y cerca de 30 bancos aparecían volcados, con los cimientos al aire. Lo mismo sucedía con mesas para jugar al ajedrez y con el parque infantil. Al parecer, durante la noche, un grupo de gamberros, sin más herramientas que sus manos y sus pies, se dedicó a destruir un parque con tres años de vida.
El parque de Villa Rosa se inició hace tres años y poco a poco va ampliándose y adquiriendo una graciosa forma. De 500 metros de largo por 35 de ancho, en el extremo más alto se levanta una atalaya de ladrillo rojo con una pintada en negro: "Barón Rojo". De allí nace una ría que rodea un templete de 12 columnas y se desliza por debajo de puentes hasta el palomar que, en el otro extremo del parque, devuelve el agua a sus orígenes. Junto al palomar está el parque infantil. Un tobogán amarillo es lo único que queda en pie. A su lado, totalmente estirada, yace la escalera, semicircular, arrancada de cuajo con sus cimientos y todo."Afortunadamente, han respetado los árboles; es lo único". Los arquitectos del parque no se explican la causa del vandalismo. "Hasta ahora habían desaparecido los faros halógenos de la excavadora y alguna herramienta; lo normal en cualquier obra".
A falta de la visita de la policía, los arquitectos hacen sus cábalas sobre los autores del desaguisado. Por las pisadas junto a los bancos arrancados se ven huellas de zapatillas deportivas. No hay rastros de picos, ni de palas, ni siquiera de medios mecánicos. "Los gamberros han trabajado muchísimo esta noche". Entre tres personas apenas levantan uno de los bancos arrancados con sus cimientos de hormigón. Pesa unos 1120 kilos. Los gamberros se beneficiaron de un suelo blando por la, lluvia. El camino del parque se jalona con los bancos boca arriba, con sus patas cargadas de cemento; las papeleras verdes están dobladas, cada vez con menos furia, como si a los agresiores se les fuera acabando la fuerza. Así hasta el último desastre. Un muro de ladrillo que forma la barandilla de un puente. Metro y medio de cemento, ladrillo se ha derrumbado.
El parque no tiene todavía luz eléctrica, ni vigilantes. En estos momentos se amplía el parque y se mejoran los detalles. Ya han crecido la hierba y los árboles. La naturaleza está milagrosamente intacta después del descalabro. Todavía faltan por colocar algunos monumentos para niños y mayores, entre ellos, uno con frases de Enrique Tierno. Se iba a llamar el monumento al civismo.
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