El baile sin pasado
Hace algo más de 150 años, Augusta Maywood -neoyorquina de nacimiento como Twyla Tharp de adopción- se calzaba las zapatillas de punta para comenzar una, historia de ballet que aún hoy se escribe en base a la renovación. No es mucho tiempo, y no era Norteamérica el caldo de cultivo para una danza conservadora. Allí la tradición europea se instaló de manera singular, dando productos de muy diversa factura. Al mismo tiempo, un ambiente de creación autóctono se desarrollaba con pujanza.Twyla Tharp es generacionalmente una creadora que enlaza con la posguerra, cuando Nueva. York empezó a erigirse como capital internacional del arte. Ella es un producto netamente de la city. El carácter de su danza posee un desenfado de nuevo rico con buen gusto. La tradición y el pasado son para ella merecedores de una demolición irónica, y no de Un homenaje literal. Su formación pasó inicialmente por las manos de Igor Schwezoff, un ruso de San Petesburgo "e abrió escuela en Nueva York en 1949, y muchas figuras del American Ballet Theatre le deben mucho. En sus productos, vistos hoy con suficiente distancia, están también muy bien asumidos una trayectoria inquieta por Paul Taylor, Matt Mattox y los siempre presentes Merce Cunningham y Martha Grraliam.
Twyla Tharp Dance Company
Primer programa: Untided: Mozart/ Tharp; The Fugue: Tharp; Nine Sinatra songs: Sinatra/Tharp. III Festival de Otoño. Teatro Español. Madrid, 7 de octubre.
La primera pieza vista en Madrid, Untitled, sobre música de Mozart, es una sugerencia que puede compararse con esos grandes cuadros de abstractos que se quedan sin título por voluntad del autor. Es un acto gestual cuya pretensión estilística tiene mucho de Balanchine en un seguimiento literal de la música, pero con un uso irreverente del código clásico, donde se nota, incluso sobrepasando la intención, la falta del acento neoclásico. Twyla vuelve la vista hasta donde puede y sus bailarinas a veces se quedan cortas con la exigencia formal de su concepto coreográfico, como si hiciera mucho tiempo que no se calzaban las zapatillas.
Acción dinámica
The Fugue es una creación particular y hermética que tiene ya 16 años. Son bloques de acción dinámica percutiendo el suelo separados por breves áreas de relax que cumplen una función teatral de distanciamiento. Twyla no quiere una unidad, sino que cada parte tenga. vida propia Destaca en esta pieza John Carrafa, un bailarín con grandes dotes histriónicas. Carrafa baila con una animalidad entre felina y aniñada; sus gestos, combinados a una sobria técnica, resultan desconcertantes, como una chispa. The Fugue puede estudiarse como una preconización de modos futuros. Tharp se ha negado a ser clasificada. Su trabajo, sin embargo, tiene una relación transvanguardista, innegable, y tanto en Untided (Mozart) como en The Fugue están, por vías bien diferentes, los presupuestos formales de la danza posmoderna, que no es una, sino muchas danzas; que no es un gusto, sino muchos gustos.Nine Sinatra songs es uno de esos aciertos que han nacido con buena estrella. Múchos coreográfos se habrán preguntado: "¿Y cómo no se-me ocurrió antes a mí? ¡Era tan sencillo!". Twyla ha visto mucho cine musical, ha crecido en él, y su ballet recuerda a Minelli, con esa exquisitez al borde de lo hortera, lo sublime rozando lo ridículo, pero con equilibrio, de modo tal que logra tocar a todos los espectadores. Twyla ha compuesto su pieza en un tira y afloja entre parejas. El hastío nocturno de Carrafa, la seducción de Shelley Washington, el azoro de Richard Colton. Es el baile de salón llevado a cotas ideales. Los bailarines, vestidos en aire de glamour por Oscar de la Renta, podrían ser las figuras de un recortable de Madison Avenue. La lluvia de estrellas sobre el telón de terciopelo se completa con la voz de Sinatra. Es el ligero encanto de un baile sin pasado, que con fácil pero seguro paso es capaz de deleitar.
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