Escándalo en la Iglesia anglicana porque una sacerdotisa administró la comunión
Una sacerdotisa anglicana ha provocado un escándalo en la Iglesia de Inglaterra y la ira de su primado, el arzobispo de Canterbury, Robert Runcie, por haber administrado el sacramento de la comunión, en directa oposición con la política oficial de la Iglesia. La reverenda Joyce Bennet, ordenada en Hong Kong, administró la comunión en la Church House, sede de la Iglesia anglicana en Inglaterra, a unas 30 personas, entre las que se encontraban el deán de la catedral de San Pablo, Atan Webster, y el obispo de Kingston, Peter Selby, lo que pone de relieve la división en las filas de la Iglesia anglicana sobre el tema de la ordenación de las mujeres.
Runcie, que se encuentra dando una serie de conferencias en EE UU, expresó ayer su "consternación por la falta de cumplimiento de las normas de la Iglesia" y añadió que había ordenado la apertura de una investigación. Un portavoz del obispo de Londres, Graham Leonard, oponente de la ordenación de las mujeres, manifestó que el hecho constituía "un desafío a la autoridad de la Iglesia de Inglaterra".Dado que Church House depende directamente de la reina Isabel de Inglaterra como jefa suprema de la misma, se espera que Runcie envíe a su regreso una carta de disculpa a la soberana. La ceremonia de administración de la comunión se celebró en una sala reservada por el Movimiento para la Ordenación de las Mujeres y no en una de las capillas de la iglesia.
Desde el punto de vista de la ortodoxia anglicana, la ceremonia fue ilícita, ya que el síno do de la Church of England rechazó el pasado julio una moción que pretendía autorizar a las mujeres ordenadas al presbiteriado en otras provincias anglicanas fuera de Inglaterra la posibilidad de celebrar sacramentos en este país. En la actualidad existen alrededor de 400 sacerdotisas en la comunión anglicana ordenadas en Estados Unidos, Canadá, Hong Kong y varios países africanos.
Decisión aplazada
La Iglesia de Inglaterra acordó en la misma reunión aplazar una decisión en torno al polémico tema de la ordenación de las mujeres hasta que sea estudiado en profundidad por una comisión de obispos, lo que hará que se retrase por lo menos hasta 1990.Poco antes del sínodo fue dado a la publicidad un intercambio de cartas entre el Vaticano y la Iglesia oficial inglesa en las que Roma advertía sobre las graves consecuencias, que podría tener para el movimiento ecuménico la aceptación del principio de la ordenación de las mujeres.
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