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Entrevista:

"Habrá que modificar la constitución si no sabemos explotar el marco legal"

"Un Gobierno autónomo socialista causaría problemas en Euskadi"

José Antonio Ardanza (Elorrio, 1941) ha presidido el Gobierno de la comunidad autónoma vasca durante los últimos 21 meses. Desde su despacho del palacio de Ajuria Enea, en Vitoria, Ardanza ha dirigido un Gabinete monocolor, del Partido Nacionalista Vasco (PNV), que ha podido sostenerse gracias al pacto de legislatura con el Partido Socialista de Euskadi (PSE-PSOE). Tras el paso de 11 diputados de su grupo al nuevo partido Nacionalistas Vascos y al Grupo Mixto, el lendakari decidió disolver el Parlamento autónomo y convocar elecciones anticipadas el próximo 30 de noviembre

Pregunta. Usted ha optado por disolver el Parlamento sin atender la oferta de apoyo socialista. ¿No merecía un esfuerzo llegar al término de la legislatura?

Respuesta. El Gobierno era el primer interesado en agotar su mandato. En el nuevo curso queríamos proponer al Gobierno central un replanteamiento del desarrollo del estatuto porque tal como íbamos no se podía seguir, y teníamos multitud de proyectos en marcha, desde el plan de relanzamiento industrial y la gratuidad total de la enseñanza hasta la preparación del segundo Congreso Mundial Vasco. Por lo tanto, liemos afrontado la situación con. pena al ver que muchas cosas van a quedar a medias. Pero el partido socialista estaba dispuesto a mantener el pacto de legislatura sólo si abandonaban nuestro grupo dos o tres diputados. Si eran más, pensaban que nosotros habíamos fallado en el compromiso inicial.

P. ¿Ni siquiera consideraron juntos la posibilidad de un Gobierno de coalición?

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R. No. Se habló de un acuerdo sobre un problema mínimo para hacer durar un Gobierno, pero los socialistas advirtieron que no aceptarían nuestra política de Educación ni el segundo canal de la televisión vasca. Nosotros no podemos dar marcha atrás en la completa gratuidad de la enseñanza, comprometida en nuestro programa, ni en la creación del segundo canal que es una competencia reconocida en el estatuto.

P. ¿Cree que resulta creíble corresponsabilizar de la situación al partido socialista y al Gobierno Central?

R. Tengo que recordar que hemos mantenido confrontaciones duras cuando el Estado no respetaba el estatuto de autonomía, por ejemplo con la ley orgánica del Poder Judicial, el proyecto de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad de¡ Estado y la adaptación del concierto económico para introducir el IVA. En este último caso se quería imponer la caja única, que rompe la filosofía de nuestro concierto. Hemos tenido que advertir por dónde no íbamos a pasar. Unas veces hemos llegado a acuerdos y otras no, pero lo que cuesta creer es que después de siete años de estatuto se esté poniendo en cuestión nuevamente su contenido y ésta es una actitud permanente. Cada ley estatal obliga a la misma lucha.

P. Entonces, ¿el esfuerzo de diálogo de su Gobierno se ha saldado con un fracaso?

R. Yo creo que no ha habido fracaso puesto que hemos salvaguardado pilares de nuestra autonomía como el concierto económico, gracias al acuerdo sobre recaudación de¡ IVA por las diputaciones, y la policía vasca. Confio en que el Tribunal Constitucional comprenderá nuestras razones en materia de Administración de la Justicia. En cambio, queremos contar con un crédito oficial vasco y cada vez lo están haciendo más difícil; y tampoco conseguimos que se adopte nuestra aspiración a recaudar las cuotas de la Seguridad Social para luego entregar lo que corresponda a la caja de solidaridad, siguiendo la filosofia del concierto. No se puede hablar de un fracaso pero sí de que las cosas van mucho más lentas de lo que en 1979 imaginamos.

Pacto con la Corona

P. En varias ocasiones ha pedido un pacto de Estado para resolver la autonomía vasca. ¿Exigiría una modificación constitucional?

R. Nunca he especificado una fórmula. Hay muchas posibles, como la de pacto con la corona que ha apuntado Xabier Arzalluz. Mi intención es alertar sobre la falta de solución a un contencioso que irá a peor si se pretende hacer café para todos a base de echar agua al nuestro. La Constitución, en su disposición adicional primera, sólo nos reconoce a nosotros derechos históricos, lo que demuestra que el legislador constituyente tenía conciencia de la singularidad. Ahora se ha olvidado y por eso el proyecto autonómico está quebrando y hay que replantearlo. Una posibilidad será modificar la Constitución si es que no somos lo bastante inteligentes para explotar los mecanismos que contiene. Con voluntad política, puede dar margen muy amplio.

P. ¿Cuáles son esas posibilidades inexploradas?

R. El artículo 148 de la Constitución regula las competencias transferibles a las comunidades autónomas, el 149 recoge las exclusivas del Estado y el 150 prevé la posibilidad de que estas últimas sean transferidas o delegadas a las comunidades autónomas. En nuestro caso entran en juego además la disposición adicional primera de la Constitución y la del estatuto, según la cual la aceptación del régimen de autonomía no supone renuncia del pueblo vasco a los derechos que pudieran corresponderle en virtud de su historia. Quiero subrayar que todavía no estamos discutiendo las competencias convencionales del artículo 148, ni nos hemos puesto a analizar sí podemos asumir alguna de las que puede delegar el Estado; y el juego de las disposiciones adicionales aún no se ha experimentado.

P. ¿A usted qué le sugiere la posibilidad de un lendakari socialista?

R. Para gobernar está legitimado el que obtenga los votos suficientes. Lo que me preocupa es que el PSE va a actuar como una sucursal del PSOE. Si el conflicto a la hora de desarrollar el estatuto se produce precisamente con el Gobierno del PSOE, cabe suponer que no va a haber conflicto y que esta autonomía va a ser como cualquier otra. Lo digo con todos los respetos, pero las aspiraciones de nuestro país real no son ésas. Un Gobierno socialista generaría problemas en Euskadi.

P. ¿Qué queda de aquel lendakati que se proclamó primer representante del Estado en la comunidad autónoma?

R. Soy la misma persona, que dicen que es pragmática, enemiga de la crispación y partidaria dell diálogo, y sigo siendo el primer representante del Estado aquí. No he cambiado. Mantengo la convicción de que al final tenemos que entendernos. Ahora bien, no sé qué esperan que haga cuando se plantea un aumento del 40% del cupo que tiene que pagar Euskadi cuando el presupuesto estatal crece un 11%. A veces la prudencia se confunde con debilidad.

P. ¿Cómo es posible un desacuerdo abierto cuando el cupo se determina mediante una fórmula matemática preestablecida?

R. Porque no nos ponemos de acuerdo en las valoraciones.

P. ¿Por qué no aguardar a ver si la negociación da resultado como en otros casos?

R. La cifra que se nos quiere imponer ya está recogida en los Presupuestos Generales del Estado. Nos llaman a Madrid a fecha fija y nos presentan esa cifra. Hubo discusión pero la respuesta fue negativa. Al día siguiente, el ministro Carlos Solchaga lleva los presupuestos a las Cortes.

Los socialistas dicen aquí que todo es negociable. Claro que es negociable, no pagando. La ley establece que el'cupo debe ser pactado, y si no hay acuerdo se sigue con el del año anterior hasta que haya acuerdo.

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