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Crítica:TEATRO / 'SEÑORA DE...'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Triángulo burgués

Marido, esposa, secretaria. Esposa con muchos años de convivencia, dulces recuerdos mutuos -el jardín, los viajes, la aspereza del trabajo-; secretaria joven, que añade savia al tronco quemado del ejecutivo. Y embarazada. Se elige el divorcio y el camino al matrimonio nuevo; pero hay obstáculos burgueses -dinero, empleo- para el divorcio inmediato; en la espera, nace el niño, pero el marido -derrotado en la empresa- muere de un infarto. La esposa queda enriquecida por la viudez, pero solitaria; la secretaria, enriquecida por el hijo, pero pobre. La señora -siempre habrá grandes señoras- se lleva a su casa -el jardín, el sol... - a la secretaria y al hijo de su marido para compartir los años de recuerdo. Se dice que las obras contadas o resumidas pierden; a veces, ganan. La de Sebastián Junyent -el feliz autor de Hay que deshacer la casa, en cuyo estilo se mantiene- será mejor o peor según se acepte el universo benaventino en que mueve sus personajes o se rechace.Anticuada según las normas en que se mueve la punta de la sociedad actual, y el teatro y la literatura, no lo está tanto con respecto a sucesos parejos que se siguen dando en la vida cotidiana. La reconocida fuerza de organización teatral de este autor se resuelve a la manera convencional; situaciones de fuerza, fines de acto en punta, diálogos directos que, a veces, se alargan más allá de lo que requiere la dinámica del teatro para justificar las supuestas sorpresas o las transiciones de los personajes.

Señora de

..De Sebastián Junyent. Intérpretes: Germán Cobos, Irene Gutiérrez Caba, Alberto Magallares, Vura Serra. Decorados de Javier Artiñano. Vestidos de Francisco Delgado. Dirección: Joaquín Vida. Estreno: teatro Fígaro, 25 de septiembre.

Humor y tensión

Se mezcla un poco de humor con la tensión dramática, y unos esquemas de los personajes que satisfagan las convenciones: la bondad de todos, la razón de todos. Los actores Ponen su cuerpo para añadir la realidad a lo convencional. Sobre todo, claro, Irene Gutiérrez Caba, que es la señora, y tiene el sentido innato de estar en un escenario y relacionarse con los objetos y las personas como si no estuviera fingiendo -lo que requiere este estilo-, aunque en las primeras escenas se pase algo en la expresión. Es una primera actriz nata, y lo demuestra.Germán Cobos no pierde tampoco la naturalidad; su papel de hombre-objeto sale adelante. Es más desairado el de la secretaria: intrusa en la vida de la pareja, tiene un cierto intrusismo y una falta de seguridad en el escenario, lo cual no es culpa de la actriz Vura Serra, que lo saca adelante, sino de la tímida ideología de la obra.

La dirección de Joaquín Vida tiene -como la tuvo ya en Hay que deshacer la casa- la rara virtud de la invisibilidad, de dar la sensación de que deja hacer y vivir a los personajes en el escenario también naturalista de Javier Artiñano. El teatro quie se llamó de la derecha -por su forma tradicional de plantear los conflictos, por una suave tolerancia jerárquica y arbitraria de desenlazarlos, por un vuelo corto de la acción y la frase- tiene todavía, sin duda, su razón de ser, y los aplausos entregados al final del estreno, también por orden jerárquico de preferencias, pueden servir para demostrarlo.

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