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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Matar al mensajero

Ya estamos acostumbrados al nuevo estilo psoísta de "solucionar" los problemas por la vieja artimaña de, simplemente, ocultarlos a la opinión pública y penalizar a quienes se atreven a. airearlos. Como en los tiempos clásicos, al portador de malas noticias se le mata y en paz. ¿Que el paro sigue aumentando? Pues se cambian las estadísticas y se impide la publicación de datos que no sean de fuentes gubernamentales. ¿Que los beneficios de la banca española crecen proporcionalmente a la miseria general del país? Pues se toma el acuerdo de no declarar este año beneficios superiores al 20% (en el primer semestre, éstos ya van por el 22,23%). ¿Que en la Comisión de Interior se le pregunta al ministro del Interior sobre la desaparición de El Nani? Se declara el tema sub judice y todos contentos.Pero como los malos modos se contagian, ahora le ha tocado el turno nada menos que al Defensor del Pueblo. El señor Ruiz-Giménez ya ha encontrado su particular solución para el sangrante problema de la tortura: que se denuncie a los denunciantes.

Por si no lo sabía el señor Ruiz-Giménez, aquí nunca se han denunciado las torturas, porque el último acto de esta práctica, antes de salir de las dependencias policiales, era la amenaza de que "como denuncies, te traemos otra vez aquí", o "la próxima vez que caigas en nuestras manos". Ahora esa amenaza se extiende fuera de las comisarías y cuartelillos: "Como denuncies, te denunciamos por calumnias".

Algo habremos salido ganando todos con esta solución salomónica que ha adoptado nuestro Defensor: las personas que creyeron en él y presentaron denuncias, se apresurarán a retirarlas (prueba tú unas torturas que, a más de científicas para no dejar señales, han tenido 10 días de incomunicación para borrarse; o identifica a unos funcionarios policiales que durante todo el tiempo de detención se llaman por apodos); con esta retirada masiva de denuncias, los denunciantes no correrán el riesgo de que lleguen a manos de los propios denunciados, amén de quitar un quebradero de cabeza al propio señor Ruiz-Giménez, a su equipo y a los propios policías, con lo que tendrán las manos más libres para salir desarrollando su humanitaria labor. Pero en lo que vamos a Salir ganando todos es en que ahora ya sabemos que para el Defensor del Pueblo, el Pueblo está compuesto, ante todo, por las fuerzas de seguridad del Estado. Ahora nos explicamos por qué el señor Ruiz-Giménez se negó a presentar un recurso de anticonstitucionalidad contra la ley antiterrorista.

Las cosas van a ir mucho más claras. Oficialmente seguirá sin existir la tortura en España y sólo nos enteraremos de los "excesos excepcionales" cuando a algún probo funcionario se le vaya la mano, como en el caso de Arregui o España Vivas, pero como en el caso de los gallegos y las brujas, "haberlas, haylas", y el pueblo se encontrará como siempre: sólo para defenderse de éste y de los demás excesos. Es lo de siempre, las "dos Españas" frente a frente, y el señor Ruiz-Giménez ha venido a refrescarnos la ínerrioria. ¡Gracias por el servicio, Defensor del Pueblo!-

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