Pedrería
El sector lamé y pedrería, marquesa y perla, no estuvo especialmente representado en el recital de ayer. Si bien se vieron en silla de pista las primeras pieles de la temporada y algún brillo que otro, ambos fueron, en casi todos los casos, anónimos, portados por aspirantes a la gloria de la foto en color.Uno de los primeros en llegar fue Alfonso de Borbón. Con aspecto de haber mitigado el posible frío con medios no textiles, dio respuestas tan inteligentes como las que habitualmente prodiga a las revistas: "He venido porque me lo dijeron".. "¿Que si es de mi época? ¡Mi papá!". ¿Cómo dice? "Que podría ser mi papá". ¿Qué recuerdos le trae? "Pues ninguno en especial". ¿Cuál es, de sus canciones, la que más le gusta? "La verdad es que ni me acuerdo".
Mucho más puesto y entregado al tema, el presidente del Partido Liberal, José Antonio Segurado, calificaba a Sinatra de "número uno mundial". "Vengo fundamentalmente para traer a Anita, mi hija de nueve años, para que algún día pueda decir que ha visto a Sinatra. Ha habido momentos muy importantes de mi vida en los que he bailado con mi mujer My way, Fly me to the moon o LA is my lady", dijo.
El mesonero Lucio confesaba que siempre había soñado con ver a La Voz en directo, mientras el doctor Iglesias Puga, papá de Julio, se negaba a firmar un autógrafo a una adolescente.
En primera fila, la mujer de Sinatra, Barbara, escuchaba el recital a la derecha de un cura norteamericano. Justamente detrás, en la fila dos, Rocío Jurado se desbordaba gritando "¡Olé!" tras cada frase desgranada por el ídolo; le jaleaba con devoción y traducía, enternecida, para su joven acompañante: "¡Ay, pobre, dice que le gustaría hablar en español!".
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